TRAICIONES AL SALARIO MAGISTERIAL
No cabe duda que los mexicanos, y en especial el magisterio, tiene memoria de corto alcance, este fenómeno es bastante beneficioso para las autoridades educativas y en especial para las cúpulas del SNTE por tantas y tantas cosas que se han hecho en perjuicio de los maestros, temas hay de sobra, desde las reformas sexenales así como de cada una de las modificaciones, propuestas o cambios a la escuela pública y a las dinámicas áulicas, no menos importante y muy ad hoc en estos tiempos de festejos a maestros y maestras son los temas salariales, en este sentido, hace un par de años (2020) el movimiento Maestros por México (el cual se mueve a la sombra e intereses de Elba Esther Gordillo Morales, de hecho también lo hacen los otros grupos, aunque éste ha sido muy explícito) pedía un 25% de aumento salarial y el cual se anuncia año con año el 15 de mayo y cuyas “negociaciones” inician en febrero. Dicho aumento solicitado era debido a que consideraban que los montos otorgados eran una simulación del dirigente del CEN del SNTE Alfonso Cepeda Salas y de los dirigentes que le antecedieron, incluida la propia Elba Esther, Jonguitud y todos los secretarios que han controlado el sindicato más grande de América Latina y cuyas evidencias están más que claras en los años que lleva el actual gobierno, de 2017 a la fecha el salario mínimo se ha incrementado 83.2%, la inflación 25.54% y el salario magisterial 17.05%.
Pongo estos tres datos por dos razones, para que se vea el rezago salarial que los maestros han tenido con relación a la economía cotidiana y al salario mínimo, por otro lado, el papel del SNTE y sus acuerdos con el gobierno para no mover las olas y tener todo en paz, a pesar de las constantes marchas, plantones y protestas de la CNTE y grupos afines. Pero todo tiene una historia y de la cual los seguidores de Elba Esther no se acuerdan o desconocen que esta señora junto con Felipe Calderón son los responsables directos de la precarización del salario magisterial en la actualidad. 2007 es el año del mayor protagonismo del SNTE comandado por Gordillo Morales, era el año de poner y quitar a su antojo, en ese año se dio el lujo de poner a su yerno en el puesto más importante de la SEP: la dirección de la educación básica, qué decir de las secretarías de educación de los estados, diputaciones y tantos y tantos cargos, ¿a cambio de qué?, entre otros, la reforma del ISSSTE y el rompimiento del acuerdo donde estaba establecido que los incrementos al salario magisterial no podrían estar por debajo del incremento al salario mínimo, lo cual siempre fue igual o por encima de éste hasta mayo de 2013, a partir de entonces el salario mínimo ha aumentado 99.6% y el salario al magisterio 30%, fue una reforma cocinada en medio de muchos acuerdos donde los grupos de derecha influyeron bastante, las modificaciones al salario tenían una visión de largo alcance, los cuales ya disminuidos o paralizados favorecieron al gobierno de Peña Nieto y así tuviera mucho margen de control sobre el SNTE y las negociaciones a su favor, lo cual ha continuado con el actual gobierno y no se ve por dónde mejoren las cosas; de las UMAs ni hablemos, eso está peor para el magisterio jubilado y cuya iniciativa fue construida durante el gobierno peñista y la complacencia, sometimiento, silencio y complicidad del SNTE, está de más decir que los diputados del PANAL (partido bastión del SNTE) votaron a favor de la iniciativa.
En este sentido, y por más que quieran ver las cosas de otro modo los defensores del status quo magisterial, lo que han hecho los representantes sindicales con el magisterio no puede llevar otro nombre que traición, principalmente porque se “supone” que representan los intereses de los trabajadores y no los intereses y lógicas en que el gobierno mueve las políticas salariales, dicho de otra manera, lo que han hecho no es otra cosa que omitir las demandas y necesidades laborales que viven día con día los trabajadores de la educación, el hecho de que el magisterio haya perdido derechos laborales ganados a lo largo de los años los hace culpables, también los hace culpables la realidad salarial y que ésta haya mermado hasta llevar la plaza inicial de educación primaria (por ejemplo) a ganar menos de dos salarios mínimos por quincena y más cuando se trata de profesionales que ingresan al servicio mediante un proceso de selección cuyo mínimo de estudios es la licenciatura.
El tema salarial no puede pasar desapercibido, ya que, a pesar de las cuentas alegres que el pasado 15 de mayo hiciera la autoridad educativa con un aumento histórico del 7.5% al gran grueso del magisterio, este hecho demuestra todo lo que ha dejado de hacerse en beneficio del bolsillo de maestros y maestras, y cuya demanda eterna es que si se quiere una educación de calidad y excelencia, un primer camino sería tratar a los maestros como auténticos profesionales y cuyos ingresos económicos estén acordes a ese nivel y que no se les pague el equivalente a lo que gana cualquier empleado sin que necesariamente demuestre estudios mínimos de licenciatura.
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]