ESCUELA NUEVA
Con frecuencia se habla y se escribe de la “nueva” escuela por venir una vez que… y aquí se inserta un numeroso grupo de fenómenos o situaciones cuya aparición “afectará a las formas como hoy educamos a la niñez y la juventud” pues el país, el mundo, pide de los niños y jóvenes se prepare para “el futuro, totalmente diferente de hoy por causa de esos fenómenos y situaciones”. El esquema se multiplica ad nauseam.
Con la misma frecuencia de hablar de la “nueva escuela”, tampoco se cumple ninguno de esos futuros visionados y valorados como causantes de grandes afectaciones y la escuela se mantiene sin grandes cambios. Ahora, es cierto el cambio en la situación social de un país cambia a la escuela y a la educación. Pensemos en Ucrania hoy. La injusta guerra sufrida por ese país obviamente afecta a las escuelas, la educación y los futuros posibles. También reconocemos como la pandemia sufrida todavía en estos días afectó y afecta, en México y muchos países, la cotidianidad de la educación y ha causado situaciones indeseadas tales como el abandono de la escuela, sobre todo, por los jóvenes. Quizá por eso las autoridades y estudiosos, organizaciones y gobiernos estudian e implementan diversos procesos para regresar con prisa a la normalidad anterior, en vista de la recesión de la enfermedad. ¿Lo sucedido en la pandemia no nos enseñó algo?
Aunado a estas situaciones impensadas e imprevistas (rayo, peste y temblor, dice el Trisagio) están las realidades de todos los días, las cuales poco a poco hacen pensar en modificaciones necesarias en la escuela. Podemos recordar cómo se suscitaron debates para decidir si se aceptaba la pequeña calculadora electrónica en la escuela o no. Con ese instrumento los niños podían hacer las operaciones aritméticas básicas, sólo con aprender el funcionamiento del aparato, y podían resolver cualquier número de operaciones mandadas por el profesor. Claro, profesores y educadores dijeron “no a la calculadora” porque si pasan al pizarrón ya no saben resolver, pues la máquina es máquina y no enseña porque se obtiene la respuesta. No se plantearon cómo sí pueden ayudar.
En la pandemia con los estudiantes en casa y los profesores también, las autoridades aceptaron usar el contacto por internet y las plataformas capaces de trasmitir imágenes en tiempo real. Los problemas fueron para muchos: profesores, profesoras, directivos y autoridades; estudiantes, padres y madres de familia y empleadores. No abundo aquí, pues esos problemas se han ventilado hasta el cansancio. Así, se tocó con la punta del dedo de una mano, uno de los muchos futuros: Educación a distancia en línea, educación a distancia sincrónica, educación híbrida. En el fondo le dimos una “probadita” a la digitalización de los procesos educativos y al menos, caímos en cuenta de dificultades y posibilidades de tal digitalización. Los instrumentos digitales y sus posibilidades, existentes hace ya buenos años. En este lapso se tomó contacto con esa realidad. Ahora, en la calma nos corresponde a los interesados en la educación y su futuro tomar en serio la cultura digital, sus aportes y sus presupuestos, más allá de los aparatos y máquinas, pues al fin son como aquella calculadora antes prohibida, hoy indispensable. ¿Empezamos?
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]