No puedo dormir, en la ventana se mira un hilo de luz de la luna, afuera se escuchan los grillos; algún animal aúlla…brama alguna res… ocasionalmente ladran los perros… pero luego… un extraño rumor ocupa el espacio, no sé de dónde proviene, jamás había oído algo así. Decidido agarre el machete y salí, me alejé varios metros y me detuve bajo la luz de la luna… buscaba con la mirada algo inusual… momentos después sentí a los animales inquietos; las vacas empezaron a dar vueltas alrededor del poste dentro del corral, vi ratas de campo correr atravesando la vereda, a lo lejos hacia la llanura algo parecido a vapor de agua salía del camino y se veía que ondulaba hacia el cielo, de pronto vi cómo se convertían esas ondulaciones en mujeres descarnadas… se me erizo la piel al tiempo que escuchaba sus lamentos. Camine hacia atrás… ¿Qué era aquello? Empecé a orar, el diablo viene por los pecadores… corrí y de inmediato me postré en la ventana y a lo lejos vi la danza grotesca de esas muertas; eran espíritus aullando lastimosamente y ese raro ruido más fuerte rompió la calma. ¡Vi lumbre a lo lejos! Me asusté, y tuve que regresar a echar tierra al fuego… pero al llegar, todo se desvaneció.
¡Buenos días Don Dionisio! «Le ruego que me disculpé porque no pude venir antes. Tenía que ir antes a otros ranchos y me entretuve en la zafra en Santa Clara, pero aquí estoy, vamos a ver cuánto acumulo ahora…» Cada fin de ciclo, Don Valente Huerta viene por la carga de maíz de la cosecha última… «Buen día patrón, a mí me da la impresión de que han de ser tres toneladas». Sus ayudantes y yo, a palada limpia cargamos el camión y de allí al pueblo de Anganhuan… En la báscula. Mi señora y una de mis hijas, como es costumbre nos acompañan para de allí ir a la tienda a comprar lo necesario.
Estando en la tienda a Don Eusebio, el tendero, le platico lo que vi bajo la luna y para mi sorpresa me dice que su señora «también escucho aullidos que confundía con animales, pero más agudos parecidos a gritos de mujer». Preocupado y sin decirle nada a la familia pensé si había algo malo en mi persona o el demonio ya estaba presente presagiando el fin de los tiempos. Por los comentarios del tendero, es claro que el demonio busca perjudicarnos y está aquí, presente.
Mi familia no sabe nada de mis temores, no quiero preocuparlos. Estoy pensando seriamente acudir con el sacerdote al pueblo Parhíkutini (en purépecha, “lugar al otro lado”) e invocar a través de sus ministerios la expulsión de esta criatura y sus demonios.
Regresando a casa, observamos una nube de vapor a lo lejos… ¡Mira Papá, parece que está hirviendo agua! Asustado, dude en llegar, no quería que mi familia viera a las fantasmas descarnadas y… resolví llevarlos a Santa Ana Zirosto a 20 kilómetros y regresar en compañía de rancheros y campesinos para de una vez averiguar qué pasa, era martes 9 de febrero de 1943.
Después de dejar a mi familia con una anciana tía, me dirijo a la plaza y ya había gente reunida del pueblo, y al acercarme me entero que otros campesinos habían vivido en pellejo propio casi lo mismo que yo. De entre todo el verbo que escuche de distintos pobladores, sobresalió uno quien dice que su abuelo le contó una leyenda propia de su origen Purépecha de cómo la madre tierra se expresa ante la gente con rebeldía… pero el enojo no es para quienes trabajan la tierra.
Escuchamos atentamente al buen hombre hablar en su lengua purépecha: «Ntukuni uarhiku iña Nana Kuaña kueicha una uangari uakuarani uarhikua uerika uarhiku uerika kori uageri nana iña uakuarani uarhiku ndi xi ñanku Kúntsa, kuási hawákuan… — «La madre tierra casada con el sol dio a luz a la luna y a otro cuerpo celeste que también acompaña a su madre desde el espacio en la total oscuridad pues nació sin luz… con una vida apagada quien, en abierta afrenta a su condición reclama de vez en vez su enojo. Lanza piedras contra su madre (meteoritos) a manera de reclamo y la madre tierra le responde enviándole espíritus de fuego desde sus entrañas y que surgen del Valle Cuiyusuru a su encuentro, pero no logran alcanzarlo pues deambula en la oscuridad. Su nombre es: “Karhuanaxi”, que quiere decir, -inesperado-…
Así, tratando de calmarlo desde su seno de madre, han pasado siglos y cuenta la leyenda que ha habido ocasiones en que la madre tierra harta de no poder cobijar a su hijo, los espíritus de fuego se convierten en violentos gritos incandescentes; por lo que le pide prestado a su esposo el sol, fuego para que su grito llegue más lejos… La madre tierra implora a su hijo perdón pues ella quiere que sepa que no es su culpa… y lo busca en la oscuridad para atraerlo a su regazo…
Por fin cuenta la leyenda, que hace millones de años los animales fueron extinguidos por Karhuanaxi, pues regresó con su madre… pero no es cierto… eso, compañeros, familia, autoridad… apenas va suceder…». –Solo silencio, invade la reunión-.
Con la preocupación visible en los pobladores, y elevando oraciones al cielo duramos casi dos horas explorando qué hacer… ¡Vámonos de aquí! exclamó uno, ¡que venga la santa iglesia y nos proteja! exclamo otro… ¡Ilusos, ¿no se dan cuenta?! Esto supera nuestra capacidad humana… es algo diabólico, fuera de este mundo… en eso, se pintó el cielo de rojo… asustados, resolvimos que sea lo que sea que vaya a ocurrir, estábamos a días o semanas de eso.
Resuelto, deje a mi familia con la tía; regresé a casa solo para traer algunas cosas y al ver a los animales inquietos al día siguiente, entendí que ya no podría regresar a trabajar la tierra. Llevé a las chivitas y dos vacas hasta la casa de la tía, labor que me llevó tres días y todavía me faltaban las gallinas y las reses; no podía dejar mi casita sola y con miedo me quedaba pasando las noches en vela… escuchando cada vez a lo lejos los lamentos que cada vez se hacen más fuertes… era el 16 de febrero de 1943.
Las nubes de vapor eran más densas y se habían depositado y extendido en el valle por lo que supuse que ese era el centro de lo que iba a suceder… pensaba si la leyenda Purépecha era real e imaginaba que Karhuanaxi caería sobre nosotros o la madre tierra llamaría –a su hijo inesperado- de manera más violenta. Por lo que hablando con los campesinos en el pueblo les dije con la verdad en la mano: “¡Todo esto va a ser arrasado!
En solo dos días ya había carretas y camiones en los caminos huyendo, alejándose… ¡quién sabe a dónde! Las nubes de vapor cambiaron a fumarola… Era humo denso lo que salía de una fisura y se estaba haciendo más grande; un calor envolvente, asfixiante nos traía sudorosos y así con las plegarias en todo momento, alguien dijo con mucho miedo: “¡La madre tierra va a vomitar fuego!”.
Yo no podía dejar mi terruño y me convencí de enfrentar lo que sea… así, con los temblores me quede afuera en el campo a unos metros de mi casa, mirando como el monstruo crecía… Era la noche del 19 de febrero de 1943.
Pedimos a gritos ayuda, nos miraban con indiferencia: “Las leyendas son eso, leyendas… no haga caso” nos dijo alguien que se sabe autoridad. Reunido con otros campesinos, estábamos en el poblado de Parhíkutini. A la distancia se veía la columna de humo la cual… inició su estruendo a la par de un oscurecimiento en el cielo. ¡EMPEZO EL INFIERNO! Fuertes trepidaciones de tierra, gritos, aullidos desesperados, fuego, lumbre viva, llamas de color rojo naranja… Un explosivo surtidor de piedras color al rojo vivo empezaron a caer hasta donde estábamos; el ruido era indescriptible… correr no era suficiente… implorar, arrepentirse no era suficiente… llorar tampoco sirvió de nada. Los temblores se transformaron en terremotos; todo se sacude, parvadas de aves huyen por todos lados y los que estábamos aferrados a los postes, fuimos testigos de cómo se creó una montaña en erupción… Aquel mounstro… aquello fue algo único, horrendo, terrible, espantoso que jamás se experimenta en la vida… Por fin, la madre tierra le grita a su hijo: “¡Ven conmigo…”!
El Volcán Paricutín nació, emergió de la tierra en la tarde del 20 de febrero de 1943; sus caudales de lava a la par de su crecimiento y su actividad duraron nueve años, 11 días y 10 horas y los torrentes de lava se extendieron diez kilómetros. El poblado de Paricutín y el de San Juan Parangaricutiro fueron arrasados. Geológicamente, es el único volcán conocido –más joven de la historia-. Su fenómeno ha sido como un libro abierto en la que se registra y en la que se leen los estertores maternos que suplica la venia de su hijo, Karhuanaxi la cual, según la leyenda, acudirá al llamado de su amorosa madre, en unos cuantos años más.
Karhuanaxi, el hijo inesperado.
Autor: Carlos Martínez Valadez, febrero de 2024.
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Próxima quincena: “Quizá, la mejor, histórica e ilustrativa leyenda pocas veces escrita. Un portento narrativo al que dedicándole tiempo a su lectura; será el tiempo mejor aprovechado en su vida… “La vida, a través de la rotativa”.
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