¿EL CHAPULÍN COLORADO O LA SOCIEDAD?
Por: Dr. Luis Octavio Cotero Bernal
Director del Observatorio Académico de Justicia y
Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos
de la Universidad de Guadalajara
Que reviva Roberto Gómez Bolaños, alias, el Chapulín Colorado, lo que desde luego es un imposible. Dispénseme usted, mi único lector por este sarcasmo.
Ante la tragedia jurídica que vive México, única en toda su historia, es necesario recordar la época de José María Morelos y Pavón, de Hidalgo, de Mariano Otero, de Don Benito Juárez, de Pino Suárez, de Crescencio Rejón, de Ignacio Luis Vallarta, de Melchor Ocampo, de Guillermo Prieto, de Venustiano Carranza, de Francisco I. Madero, de Porfirio Díaz, algunos de ellos inclusive, hasta ofrecieron su vida con el único propósito de darnos una república en un estricto estado de derecho para que fuéramos libres y que cada quien en la medida de su esfuerzo, alcanzara las mejores condiciones de vida.
Hoy por desgracia, el ejecutivo federal, ese personaje que derrocha amargura, odio, rencor hacia el pasado, no obstante que, en su largo peregrinar para llegar al poder, pregonó que sería un hombre de leyes, un gobernante alejado del resentimiento, de las venganzas, pero lo más penoso para nosotros los mexicanos, es que, el día que asumió el poder, ante los ojos de la nación y de la república constituida en ese escenario, protestó cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Se volvió algo común para nosotros, presenciar con qué desvergüenza, arrogancia y prepotencia, traiciona al pueblo mexicano, pisoteando nuestra carta magna que tanta sangre costó, resultando además de vergonzoso, preocupante, la manera en que el titular del ejecutivo federal está llevando al país al fango, en el que cada día nos hundimos más.
No menos lamentable es que, una gran mayoría de senadores y diputados, sean tan descastados, deshonestos, desleales, serviles y pusilánimes, como si, su afán de un día ser electos, lo fue con el único propósito de un día servirle a su pastor y servirle al pie de la letra, al grado tal que, ni una coma se atreven a suprimir, de tan aberrantes, dolosas y estultas iniciativas que aquel les hace llegar. Ojalá tal sumisión se limitara a ese poder, pero sabemos que no es así, pues también le sirven a este Hitler, a este Maduro, a ese falso remedo de Fidel Castro y de Hugo Chávez, el Poder Judicial de la Federación, con sus muy honrosas excepciones.
Mención aparte al referirnos de la oncena de ministros de la corte, en la que solamente tres (Luis María Aguilar, Alfredo Gutiérrez y Alberto Pérez Dayán), han demostrado dignidad y valor civil, ser hombres capaces, quienes indiscutiblemente pudieran ser también, mejores presidentes de la Suprema Corte de Justica de la Nación que el actual.
Qué tanto se demeritó la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, el actual presidente, acude un día por la mañana a hacer acto de presencia al circo que preside el titular del ejecutivo federal diariamente desde el Palacio Nacional, con el dizque propósito de presentar el proyecto de reformas al Poder Judicial de la Federación.