Todo lo que inicia, tiende a terminar; es una ley de la vida. Para muchos lo que llega a representar una calamidad, se toma como un mal que debe erradicarse.
Para otros, simplemente, es un mal necesario; dicho de otra manera, «se adaptan a las condiciones» y continúan bajo un sistema.
En territorio jalisciense las adversidades no son cosa de la modernidad, han existido, sin embargo en la historia reciente, digamos de algunos años atrás a la fecha, aquellas calamidades políticas que acondicionaban un sistema absolutista, aparentemente llegó a su fin quedando atrás de un velo tenue de simulación democrática y cambió de color.
El PRI, el PAN fueron relegados por nuevas generaciones de oportunistas políticos, amalgamados con otros sobrevivientes de los regímenes arcaicos de antaño, resentidos por aquella oligarquía autoritaria que, entonces, no les permitieron llenarse las bolsas con el erario.
Los tiempos cambian, las estructuras cambian, pero las mañas No. El mejor ejemplo de ello es la reciente «Elección más grande de la historia» según se dio a conocer mediáticamente, eslogan publicitario oficial que fue utilizado para engatusar al pueblo mexicano.
Causalidad que no ha sido desaprovechada por esos personajes «diferentes», los que piensan «diferente», que pertenecen a partidos políticos «diferentes» y se aprovechan del poder de manera «diferente» al engañar «diferentemente» al pueblo.
Para otros, simplemente, es un mal necesario; dicho de otra manera, «se adaptan a las condiciones» y continúan bajo un sistema.
