Son gestos, una vez más, de la indefensión ciudadana que acrecienta las dudas sobre la transparencia gubernamental. Como le ocurre a quienes son víctimas de la usurpación de su propiedad con la mirada complacientes de autoridades ministeriales y judiciales, cuando las investigaciones sobre secuestro, desapariciones, extorsiones, crímenes, entran en el limbo de la desidia, ante la impunidad de los sicarios seriales que se llevan las vidas de quienes estorban a sus jefes, la imposibilidad de transitar calles o carreteras a determinadas horas de la noche, o ante las trampas permanentes para los enfermos que no reciben las medicinas que el sistema de salud promete abastecerles.
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