Realmente no teníamos conciencia de lo que hacíamos; era una reacción vital, de vida o muerte.
¿Quién podría creer que eso significara hacer poesía?, ¿quién podría creer que unos jóvenes tuvieran una visión trágica de las cosas?
Un nuevo paradigma se fue gestando con nuestras acciones. Un nuevo paradigma que eran las huellas de lo que íbamos haciendo.
3
Éramos cinco primero. Ese núcleo fue creciendo primero con timidez y luego como una explosión. De pronto había más de cincuenta poetas buscando lugar para sus lecturas y para publicar sus poemas.
Luego salieron a flote los intereses personales que se erigieron como barreras a la relación de amistad creada durante ese corto tiempo, pero eso es otra historia.
Cada uno por su cuenta generó sus propios medios de desarrollo; primero apoyado por los otros y luego por su propia cuenta. Y cada quien tomó su camino sin retorno.
Cada quien armó su propia vida y el grupo de cinco desapareció.
4
La semilla germinó tendente a la poesía culta.
Todos íbamos para allá porque sabíamos que lo que expresáramos debería ser bien dicho. Hasta los mayores insultos deberían ser dichos con certeza, directos, bien dichos, pero sobre todo ser insultos.
A ninguno le importaba la forma, la retórica. El decir era señalar algo que los demás no podían ver por su falta de sensibilidad. El poeta captaba cosas, entes, y las revelaba de acuerdo a su percepción sensible.
Todos por la poesía culta, pero no todos por la poesía pura, la poesía de los entes abstractos.
5
La diversidad de expresiones poéticas dio lugar a otras expresiones poéticas que se fueron uniendo a la melodía primaria hasta formar una sinfonía en la que, desgraciadamente, no todos se reconocen como parte de ella, y llegan a desafinar.
Siempre ocurre cuando los grupos crecen en número de manera espontánea; se especializan las funciones y las actividades se especifican en razón de ellas.
6
Le llaman «ego» a esa parte de la personalidad que se sobreestima y se siente única, que se considera el centro del universo.
Mucho de eso se fue generando con el crecimiento personal. Cada quien fue, después de la diáspora, uno en otros grupos.
La sociedad influye en los individuos y los conforma, sin duda, y cada quien reconformado de acuerdo a sus nuevas experiencias.
7
Todos por la poesía culta y casi todos por la poesía pura.
Por la poesía pura, algunos, con un sustrato de rebelión, con el fuego pasional conservado en las entrañas.
8
Ricardo Castillo es un poeta que anda buscando el centro del misterio. Busca como un maldito explorador en un mundo insólito en el que él es la única luz irrumpiendo las capas oscuras.
No es intimista. Es objetivo. Mira hacia afuera, mira a su alrededor, descubre, pero no sabe cómo expresarlo, por eso, y sólo por eso, nos invita mediante su manifestación personal a ingresar con él a ese mundo que él nos ilumina.
A diferencia de los poetas puros puros, Castillo no se apena de entrar y salir a su antojo de ese mundo y se ríe de los que ni siquiera lo ven.
El humor irónico de Castillo es tan sutil como el vapor del arroz cocido: el ki que nos llena y revitaliza cuando lo combinamos con unas verduras salteadas y nos llega al paladar como un sabor exquisito que nos hace sentir plenos.
9
El número infinito es el 8 recostado. La energía de dos viejos poetas invadió los corazones de sus interlocutores.
La noche fue tranquila y luego la naturaleza dio su aceptación con una fuerte lluvia con rayos y truenos.
Así fue como el círculo se cerró en una danza que los envolvió a todos.
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