Hace algunos años encontré a Salvador Rodríguez Castañeda en el laboratorio de la Procuraduría de Justicia del Estado. Hacía retrato hablado y levantamiento visual del lugar de los hechos.
Alguna vez debe haberse topado con un asesino o con un muerto, pues no era difícil encontrarse con la muerte en ese espacio de trabajo.
Encontrarse con ella es una experiencia realmente tremenda, tan fuerte que modifica radicalmente la vida de quien la tiene a tiro de piedra.
Un maestro sufí me dijo una vez que quien conoce algo así se queda mudo y se vuelve su guardián: Así es el conocimiento.
Quien ha visto a la muerte tiene una vida diferente, a tal grado que en todo momento se reconoce que su mundo tiene otra dimensión, razón de más para encuadrar la visión del mundo manifiesta en estos cuadros que ahora están a la vista de todos.