UN TRENECITO QUE VIAJÓ A TODA MÁQUINA POR LA IMAGINACIÓN DE CHICOS Y GRANDES

Por Redacción/ TEN/ Cultura
En el imaginario colectivo de la Guadalajara de finales de los noventa, el cuadrante radiofónico no solo emitía noticias y música; emitía magia. Era 1998, y mientras la «Ciudad de las Rosas» se despojaba de su aire provinciano para abrazar el cosmopolitismo, una frecuencia en particular, la 850 de AM de Grupo Acir, se convirtió en el refugio dominical de los más críticos: los niños.
El génesis de un proyecto inesperado
La historia de «El Trenecito» no nació en una junta de planificación creativa, sino en los pasillos de una radiodifusora vibrante. Víctor Galindo, entonces un joven colaborador multifacético que lo mismo atendía teléfonos que apoyaba en producción, guardaba un talento bajo la manga: el doblaje de voces.
Tras haber colaborado con figuras como Abel Guerrero, el rumor de su capacidad llegó a oídos del señor Juárez, un gerente de temple serio y exigente. En una reunión que cambió el rumbo de la radio infantil local, Juárez lanzó el reto: “¿Tiene algún proyecto para una hora en radio?”. Galindo, con la agudeza de quien sabe leer las ausencias en el mercado, respondió con seguridad: “Sí, señor: un programa para niños”.
El trato se cerró con una audacia propia de la época: el programa iniciaría ese mismo domingo a las 6:00 a.m.
Vagones llenos de fantasía
El 18 de julio de 1998, la locomotora encendió calderas. Lo que comenzó como un espacio de una hora se transformó rápidamente, debido al éxito de llamadas, en un bloque de dos horas (de 7:00 a 9:00 a.m.).
El concepto era único: una sola humana, la conductora Xóchitl Bravo, lidiando con un universo de personajes de fantasía que cobraban vida gracias al talento de Netzahualcóyotl Bravo, Alberto Patiño y el propio Víctor Galindo. A bordo viajaban:

- Bonny: un conejo vivaz.
- Monchis: un peculiar ornitorrinco.
- Quique: el gavilán.
- Chancho Tocino: un cerdito que se convirtió en la estrella absoluta.
«Era un reto para la conducción. Entre las voces, las gesticulaciones y el lenguaje, a veces la risa me ganaba tanto que terminaba debajo de la mesa de la cabina», recuerda Xóchitl Bravo.
La hazaña contra los gigantes
Competir los domingos por la mañana no era tarea fácil. En televisión, la figura de «Chabelo» era un monolito nacional. Sin embargo, «El Trenecito» logró algo que la pantalla fría no podía: la cercanía de la voz y la interacción directa.
Uno de los momentos más memorables de su historia ocurrió cuando, ante la ausencia de parte del equipo, Galindo y el operador Carlos Flores Rojas sacaron el programa adelante solos. Galindo multiplicó sus voces de tal manera que el público, al teléfono, felicitaba al «gran equipo» de actores que creían escuchar, mientras el operador reía viendo a Víctor gesticular frenéticamente frente al micrófono.
Un legado que hizo estación
El impacto de «El Trenecito» trascendió las ondas hertzianas. En 2001, el equipo recibió un reconocimiento en el Museo del Periodismo (Casa de los Perros) como el mejor programa infantil del occidente de México, un hito registrado por el suplemento Entre Pingos del diario El Informador.
Aunque el viaje terminó en 2002 por los compromisos profesionales de sus integrantes, la huella quedó marcada en una generación. No fue solo un programa de canciones y regalos; fue un espacio de orientación para padres y un ejercicio de creatividad pura que demostró que, para viajar lejos, solo hacía falta encender la radio y dejar que el 850 de AM nos llevara «A Toda Máquina».
Ficha Técnica de Referencia:
- Programa: El Trenecito.
- Estación: 850 AM, Grupo Acir Guadalajara.
- Periodo: 1998 – 2002.
- Talento principal: Víctor Galindo, Xóchitl Bravo, Netzahualcóyotl Bravo, Alberto Patiño.
- Fuentes documentales: Suplemento «Entre Pingos», El Informador (20 de mayo de 2021), Crónica de Silvia Quezada.
