BENITO JUÁREZ
Benito Juárez compra un café descafeinado en Starbucks y escribe un mensaje a sus seguidores de Facebook donde les dice que el respeto al derecho ajeno es la paz. “Influencer” indiscutible, su frase recibe millones de “likes”. Se hacen memes a su peinado de aguacero y va de compras a un mall de San Antonio: requiere una carroza que le soporte su gobierno itinerante.
Del otro lado de la frontera, los conservadores promueven su excomunión. Alguien lo chamaquea en la presidencia y la guerra continúa en forma de atentados para echar a los invasores que han ocupado el territorio nacional.
A dos siglos de su natalicio, las etnias indígenas continúan sufriendo una segregación disfrazada. Las leyes reformistas se legislaron en una nueva constitución que ha recibido revisiones y ajustes. El sentido anticlerical se ha atenuado (a casi nadie le importa la preservación de la religión) y las disputas ideológicas hoy cobran un sentido de “raiting”: los más populares son los que gobiernan (como demuestran los actores y futbolistas que han hallado en los puestos de elección popular la manera de seguir actuando y pateando).
El sueño liberal de Juárez se ha cumplido a medias. Existe una clase media que vive bajo leyes protectoras pero la igualdad no se ha materializado precisamente por la deficiencia en la aplicación de las leyes. La corrupción inunda todas las esferas de la sociedad, ocasionando un estado de inseguridad que impide el disfrute de una libertad auténtica, para todos.
Los conservadores cobraron la forma de reaccionarios. Se produjo una nueva clase posrevolucionaria que se adueñó del país, de sus riquezas y de su organización. Las instituciones no alcanzan para asegurar a todos los servicios de salud y bienestar que prometió la Revolución.
Nuestra democracia es una arena de box. Los medios de comunicación se democratizaron con el advenimiento de las redes sociales y el internet. Cualquiera opina de cualquier cosa, de manera que vivimos bajo la forma del populismo cibernético y el cinismo demagógico.
Los feminicidios y las disputas territoriales del narcotráfico nos dejaron en medio del terrorismo faccioso. La paranoia es parte de nuestra canasta básica. Vivimos con temor y vemos Netflix.
El siglo XXI dejó de lado el debate de las ideas. En México, los argumentos se defienden a balazos. En el estudio, Juárez es maquillado antes de salir a cuadro. Un coro de bailarinas le antecede. Sus discursos son breves y se guían por la aprobación de sus simpatizantes de Instagram. Entre el público, se observa una pancarta en zapoteco.
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]