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COMO BAGAZO BALADÍ

COMO BAGAZO BALADÍPor: Dr. Luis Octavio Cotero Bernal

Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.

No debemos sentirnos ofendidos los mexicanos, por el trato que recibió el presidente de la república mexicana en días pasados, derivado de su visita a Washington, una recepción muy baladí, acorde al personaje que recibió la Casa Blanca.

Haciendo memoria, no recuerdo que, la recepción recibida por alguno de los presidentes que ha tenido México, se asemejara al trato desplegado hacia el presidente actual, Andrés Manuel López Obrador. A los anteriores presidentes de la república mexicana, les brindaron un trato decoroso, desde ser recibidos personalmente por el presidente en turno y su esposa, hasta ser hospedados en la misma Casa Blanca, en alguna de las áreas que alberga dicho inmueble, destinadas desde luego para los jefes de estados de otros países en calidad de visitantes, todo lo anterior acontece, desde luego, bajo un protocolo previamente establecido.

Un tema que, también ha sido tendencia, derivado de igual manera, de la visita del presidente de la república mexicana a la Casa Blanca es, el lenguaje corporal del presidente visitante, el cual contrasta de las expresiones que, él ha sido enfático en compartir, pues diversos especialistas de lenguaje corporal, refieren que, el presidente del ejecutivo federal se encontraba muy incómodo a lo largo de toda su reunión con el presidente de los Estados Unidos.  Muy contrario a lo proyectado por el jefe de estado anfitrión.

COMO BAGAZO BALADÍLa información desplegada por los diversos medios de comunicación, respecto a lo acaecido entre los presidentes de México y Estados Unidos, es suficientes para deducir que, la conducta desplegada por el gobierno de Estados Unidos, es sólo la reacción en respuesta, a las actitudes beligerantes de Andrés Manuel López Obrador que, si bien es cierto que la educación se mama, no menos cierto es que, también se adquiere con esfuerzo y el propósito de ser un representante digno, pero sobre todo, un jefe de estado auténtico que, sepa guardar los protocolos establecidos en la norma constitucional, así como las normas secundarias que de ella emanan.

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