DE CARTITAS Y PALABRAS…En homenaje al profr. Daniel Guerrero Figueroa. QEPD
Por: Rubén Zatarain Mendoza*
El género epistolar de tradición bíblica ha caído en desuso una vez que las formas modernas de hacer comunicación humana se transformaron.
Las imágenes, la fotografía fácil y los textos cortos en medios como el WhatsApp o Telegram han simplificado la interacción entre las personas.
Para quienes crecimos con la cultura de las cartas escritas en castellano y observamos en padres y abuelos el placer y la alegría del encuentro por esta vía de comunicación, nos es difícil renunciar y acomodarnos a los nuevos tiempos y hacer vaciamiento de contenido en la sinrazón de la inmediatez y la forma.
La génesis de la escritura en las civilizaciones humanas desde la escritura cuneiforme en tablillas de barro en la zona geográfica de Mesopotamia, la psicogénesis de la escritura en cada sujeto, la socialización de la misma en los microespacios familiares y comunitarios.
Escribir como salto cualitativo para educar-se entre generaciones y preservar el conocimiento y los sentimientos útiles.
La crisis de la escritura en el marco de la escuela y la sociedad de la posmodernidad, los saberes insuficientes para intervenir tal crisis.
La cultura líquida a la que se refiere Zigmunt Bauman, que tal vez encuentra en la transformación y ocasionalmente muerte de la comunicación epistolar, el ejemplo nítido del vaciamiento del mensaje y del empobrecimiento del lenguaje humano.
La mirada hacia atrás a la espiral del tiempo breve, la superación del riesgo de agrafia.
En proyectos normalistas de formación de maestros rurales, urbanos o regionales antes del internet y la computadora, el medio de la carta y el telegrama era el mensaje.
Redactar cartas, una forma extraescolar e informal, poderosa y auténtica herramienta de educación socioemocional y de la expresión escrita.
La emigración de estudiantes y trabajadores a las ciudades o polos de desarrollo como las ciudades fronterizas, tenían en las cartas de los familiares y amigos, en la palabra afectiva y estimulante, un sostén ante las condiciones difíciles de aislamiento, hambre y frío.
Los jóvenes estudiantes que emigraron en búsqueda de oportunidades formativas en la preparatoria o facultades a ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara o Monterrey, también encontraron en las cartas la oportunidad de diálogo por escrito con sus seres queridos.
Para varias generaciones de maestros que nos formamos en el claustro del internado, recibir o mandar una carta constituía una experiencia emocional y oportunidad para pulir estética de la letra, ortografía y sintaxis.
Estampas en la memoria de las oficinas de correos para adquirir estampillas, las bolsas de manta y los bonches desordenados de cartas, la función del cartero.
Personaje importante en la generación de una cohorte de normalistas de los ochentas fue el compañero Daniel, a quien todos le conocían como “Pelón, El Cartero”.
El cartero referido tenía como función acudir a la oficina de correos de Atequiza para recoger la correspondencia, destinada a la distante Normal ubicada en la calle Justo Sierra.
Una vez en sus manos, organizaba listados publicados en las puertas del comedor comunitario.
Toda una experiencia encontrar el nombre en la lista y pasar a su cubículo a recoger la carta; toda una experiencia la comunicación interna entre compañeros para informar “Te llegó carta”.
Toda una experiencia del ethos de aquellos hormonales sujetos cuyo enamoramiento se etiquetaba entre risas camaradas y frases sarcásticas de “Estás empelotado”
Cuantos textos salen del corazón y de las emociones de los jóvenes maestros en formación.
Cuantas palabras escritas en una atmósfera de introversión en los hogares humildes de predominante cultura oral, cuántos bolígrafos utilizados por las manos trabajadoras de los padres mayoritariamente campesinos y por las madres amas de casa de baja escolaridad y de gran corazón; cuánto contenido balsámico para los corazones de los hijos ausentes.
Y las prácticas iniciales de amor y amistad con los amores reales o platónicos en aquellas valiosas hojas cuyos ensayos tantas veces terminaban en el cesto de papel, mientras sonaban en las viejas grabadoras las canciones de amorosos iniciales en las melodías “Una carta” de los Terrícolas, “Con cartitas y palabras” de los Muecas o la de “Volveré” de Diego Verdaguer.
Leer cartas, que mediación tan vivida para la práctica de la comprensión lectora.
Escribir cartas, qué habilidad de pensamiento tan importante y qué reto para mejorar letra, gramática y capacidad de expresión.
Cuánto de los que somos de aquella generación donde se leían y escribían cartas marcó la impronta de nuestro mundo afectivo y emocional de lo que después fuimos.
¿Cuántas de las construcciones que sobre amor y amistad tenemos, hay que rastrear en las etapas de adolescencia y juventud?
El valor de la amistad que se nutre de la savia del tiempo compartido y las vivencias comunes durante la juventud hace de valores universales como la solidaridad y generosidad, prácticas imborrables.
Puntear, cartear, la búsqueda de la interlocución, el (la) educador(a) como sujeto político.
A la educación pública de los estados del Sur se les debe calidad y equidad.
En estados del Sur como el Oaxaca postjuarista y postporfiriano, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ha sido factor de la crisis social y de calidad.
En estados como Oaxaca, fue noticia nacional el pasado sábado 12 de febrero la boda, Burlesque, show mediático, de la ex lideresa del SNTE de 77 años de edad Elba Esther Gordillo Morales.
El paso de flanco de la maestra contra la 4T, otra voz a las huestes conservadoras en esta nueva guerra de tres años. Los fines obscuros, tensar la cuerda, faltar al respeto de nueva cuenta al magisterio.
La mirada de izquierda en la manifestación de la CNTE –con tintes violentos no justificados– , la expresión de enojo porque la historia y la calidad moral del SNTE no cambia y porque la reforma educativa peñista y la gatoparda reforma de la 4T tienen más similitudes que diferencias en esencia.
Los estados que se mandan solos, USICAMM, los procesos de transición impostora en las secciones sindicales, entre otros temas, degradan la coyuntura, discapacitan el cambio de la 4T.
En las cartas de amor y amistad que tendrán como destinatario los maestros y las maestras de México, de parte de sus padres de familia, coadyuvantes de la tarea educativa o de parte de sus niños, niñas y adolescentes, aprendientes todos; tal vez el mensaje central sería no cejar en la reconquista de la dignidad profesional y no cejar en la reconstrucción de la organización que tiene prácticas sindicalistas y liderazgos arraigados en la cultura Elbista.
Prepararse, politizarse bien, los momentos políticos en el SNTE siguen, es imperativo hacer militancia y contraloría a funcionarios omisos y líderes sindicales cosméticos que hacen gestión “patito” e insultante contubernio, en detrimento del servicio educativo. Afirma entre otras cosas Paulo Freire en su libro Cartas a quien pretende enseñar, “Como educadoras y educadores somos políticos, hacemos política al hacer educación”.
Hace una semana murió el profesor ya jubilado Daniel Guerrero Figueroa, contemporáneo de una generación de maestros normalistas egresados de la Escuela Normal Rural de Atequiza. El recuerdo a su memoria por sus servicios prestados como cartero de normalistas, las letras que van y vienen por la avenida Justo Sierra entre el canal, molino de harina, el teatro y la membrillera.
Para quienes las cartas fueron una forma palpitante de mantener la vida y de recrear las formas expresivas de emociones y lenguaje, queda evocar el saludo de su mano amiga a través de la recepción del valioso sobre con estampillas coloridas que en su vientre guardaba la inesperada carta.
Queda, echar de menos la práctica del género epistolar.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]