LA DIVERSIDAD CRIMINAL IMPUNE
Dr. Luis Octavio Cotero Bernal
Director del Observatorio Académico de Justicia y
Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos
de la Universidad de Guadalajara
Administraciones van, administraciones vienen y los delincuentes comunes, los delincuentes oficiales, así como la criminalidad que se comete al interior de los partidos políticos, permanecen.
Partidos políticos cooptados por gavillas, como sucede en el P.R.I. estatal en el que se cumplen caprichos de las mafias que lo controlan y lo más grave, con personajes de trayectoria obscura y de nula eficiencia en el servicio público a favor de la comunidad, quienes sólo se sitúan en él, tan sólo para mejorar su patrimonio familiar y el de dos o tres integrantes.
Esos integrantes nocivos al interior del partido, son los que se resisten a dejar de dañar a la sociedad, ya de por sí maltrecha, actualmente y desde hace prácticamente un año, por la pandemia, aunado a la ley del plomo, la cual impera en nuestro estado desde hace ya varios años, tan acentuada y plenamente establecida en nuestra entidad en cualquier rincón al que volteé, pues hoy por hoy la vida no vale nada, menos si se trata de que sean las autoridad quienes la ponderen, pues éstas tan solo se mofan de la sociedad al decir que investigan, pero sin que logren localizar y detener a los delincuentes, mucho menos castigarlos, lo anterior deriva de su incapacidad intelectual, económica y profesional.
Urgen recursos de todo tipo para restablecer la paz, totalmente perdida en nuestra comunidad, en la que diversos gremios amedrentados; o bien, en el confort de la cobardía, permanecen en silencio, aunque cada día nos cuesta el derramar más sangre, el perder nuestro patrimonio, pero sobre todo, perder nuestra paz y bienestar, dado que, precisamente el vocablo bienestar, sólo ha sido una bandera demagógica, usada desde la administración pasada, sin que al día de hoy, podamos mencionar un solo beneficio cierto y real para quienes tuvimos la suerte de haber nacido en estas tierras, tierras en las que por cierto la naturaleza ha sido pródiga en abundancia, pero infame por la ingratitud de quienes la representan, pues han faltado a compromiso de defender la vida, el patrimonio, el honor y la dignidad de la sociedad jalisciense.
Al día de hoy, resulta infructuoso el esfuerzo y la vida que sacrificaron los que nos dieron patria, república y estado de derecho para estar en condiciones de vivir en sociedad como seres humanos honorables y de esta manera aspirar a vivir una vida digna, una vida revestida de oportunidades laborales, universitarias, científicas y políticas en un marco debidamente regulado y con principios universales de respeto entre unos y otros, tal y como lo dijera el siervo de la nación en aquellos Sentimientos de la Nación, los que un día dejó plasmados y que hoy si, volviera a nacer, se volvería a morir, derivado del asco, la vergüenza y la rabia al apreciar a una colectividad tan castrada y conformista, la misma que soporta los atropellos de la desvergüenza, la deshonestidad, la corrupción y la impunidad que caracteriza a nuestras autoridades y en las que, por supuesto, ellas mismas incurren al desempeñar su función der una forma deshonesta.
Todo lo anterior nos lo llevaremos hasta la tumba, sino actuamos con la urgencia que nuestra situación actual requiere y en este momento reto a cualquier mortal si, así lo desea, me demuestre la sin razón en la que incurro ante las expresiones aquí narradas y me señale mis yerros para entonces cambiar de opinión y expresarme en un contexto diferente, pero siempre con la verdad, pues la mentira y el engaño es lo que nos han hecho llegar a este estatus.