REGIÓN

LA DOLOROSA INDIFERENCIA SOCIAL ANTE LA CRISIS DE PERSONAS DESAPARECIDAS

NAGELPor: Redacción/ TEN/ Región

El pasado sábado 30 de agosto, una marcha se programó en Guadalajara para visibilizar la crisis de las desapariciones forzadas en Jalisco no reunió ni a dos mil personas.

A pesar de la gravedad del problema que lacera a la célula fundamental de la sociedad, la familia; la convocatoria solo atrajo a familiares y amigos de las víctimas, un reflejo doloroso de la falta de empatía social y la inacción colectiva que la señora Angélica Nuño, madre de un joven desaparecido, subrayó vehementemente.

Entrevistada por este medio, Angélica Nuño expresó su profunda tristeza y frustración ante la indiferencia de una sociedad que, según ella, no ha comprendido la magnitud de la tragedia. “Hace falta más gente apoyándonos, más empatía, más que la sociedad voltee a ver este problema que existe en nuestro país y en nuestro estado de una manera muy fuerte que ha crecido mucho”, lamentó.

De la «culpa» a la vulnerabilidad total

La señora Nuño recordó la concepción errónea del pasado, cuando la gente asumía que las personas desaparecidas «algo habrían hecho» para merecer su destino. Sin embargo, esta percepción ha cambiado de manera drástica y aterradora. “Ahora esto llega a jóvenes, a mujeres… yo siento que estamos más expuestos a que nos pueda suceder a cualquier persona”, señaló, destacando que el problema ya no es exclusivo de ciertos grupos, sino que afecta a cualquiera, en cualquier lugar y a cualquier hora.

Esta vulnerabilidad generalizada, sin embargo, no ha impulsado a la sociedad a la acción. La madre buscadora atribuye esta apatía a dos factores principales: el miedo y la falta de empatía. Las personas, dijo, “no van a las marchas hasta que le sucede algo, o hasta que a alguien cercano le sucede”. El temor a represalias y la creencia de que a uno mismo no le pasará, son una barrera que contribuye al silencio y la inacción, permitiendo que la impunidad prospere.

Impotencia y desconfianza institucional

La señora Angélica también criticó severamente la ineficacia de las autoridades, al lamentar la burocracia, lentitud y la ausencia de resultados. La falta de fe en las instituciones es una constante para las familias que buscan a sus seres queridos. Ella misma, después de casi tres años buscando a su hijo, confiesa que ya no tiene fe en las autoridades, sino que su esperanza se deposita en una fuerza superior. “He tomado la decisión de tener fe en Dios, porque ya en las autoridades, pues sinceramente ya no la tengo”, confesó.

Esta desconfianza se refuerza con la percepción de que las autoridades son incompetentes, están coludidas o simplemente no hacen su trabajo. “Yo pienso que hay quienes pueden hacer algo y no lo están haciendo”, afirmó, para luego señalar que la impunidad es un factor clave que alimenta el ciclo de violencia y desapariciones. “Hacen lo que hacen porque saben que no van a ser castigados y seguirán haciéndolo”.

ANGEL
Tres años han pasado desde que a la señora Angélica le avisaron que a su hijo lo habían sacado de su casa y a pesar de que había cámaras en toda la zona, las autoridades simplemente decidieron permanecer indiferentes. Pero ella lo sigue buscando.

La dura realidad de los hallazgos y el dolor diario

El relato de Angélica Nuño es desgarrador. Habla de las víctimas que no son encontradas con vida, sino en basureros, enterradas o abandonadas en bolsas y drenajes. “Los tiran como si fueran una basura, son actos inhumanos, son actos que rebasan toda comprensión humana”, expresó.

El dolor de los familiares, acentuado por la indiferencia social, es una herida abierta. “Nosotros nos sentimos solos como grupos… y nos duele la indiferencia de las personas”, manifestó. El proceso de búsqueda, marcado por la indolencia gubernamental y la soledad, es un calvario diario que, según Angélica, es tan doloroso como la misma desaparición.

La entrevista con Angélica Nuño deja en claro que la crisis de los desaparecidos en México es una herida social profunda que va más allá de las estadísticas. Es un problema de humanidad, de empatía y de justicia que exige la atención y la acción de todos, no solo de quienes ya han sido tocados por la tragedia.

Lamentó que las propias autoridades desperdicien recursos en “estupideces” como la dilapidación que están haciendo para maquillar la imagen de Guadalajara y recibir visitantes en el próximo mundial de fútbol.

Y la pregunta es ¿Qué se necesita para que la sociedad despierte y se solidarice con el dolor de las familias buscadoras?