Ante el incremento de la pobreza que se espera a raíz de la pandemia es posible un aumento en la población de niños y niñas de la calle en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), ya que muchos padres y madres, ante el desempleo, como estrategia de sobrevivencia sumarían a sus hijos e hijas al trabajo en calle, afirmó el doctor Ricardo Fletes Corona, académico de la División de Estudios Políticos y Sociales, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la UdeG.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en Latinoamérica la población de pobres, por la pandemia, podría incrementar en ocho millones y hasta 12, dijo el investigador, y calcula que México podría contribuir en ese crecimiento con dos o tres millones. Fletes Corona fue entrevistado con motivo del Día del Niño y la Niña, que se celebra el 30 de abril.
Distingue entre lo que es un niño o niña de la calle, y en la calle; en el primer caso, ha roto los lazos de comunicación o de convivencia permanentes con la familia, y vive y sobrevive en la calle, tiene un grupo de amigos, habita en una casa abandonada, en un hotel barato o espacio público en el que se pueda resguardar.
El niño o niña en la calle, en cambio, es aquel que realiza actividades en la vía pública por unas horas del día, algunos días a la semana, pero regresa al núcleo familiar cotidianamente.
El contacto del niño o niña con la calle es el primer paso que podría detonar la salida permanente de su casa, y del núcleo familiar, y va a pasar a formar parte del mundo de la calle. La situación no es fácil ante la migración del campo a la ciudad que se está registrando en el AMG; se trata de personas que han sido expulsadas de las zonas rurales por la sequía y la pandemia, y son estos núcleos generadores de población de la calle, que abarca a personas de distintas edades, incluso a adultos mayores.
Fletes Corona destacó que en el caso de la población indígena, a diferencia de los mestizos, tiene fuertes lazos de cohesión familiar, y es más difícil que un menor indígena rompa con el núcleo familiar. “Sí los hay, pero son muy pocos”, subrayó.