PEDAGOGÍA DE LA IGNOMINIA
Por: Jaime Navarro Saras
En Jalisco, aunque suene cruel y vergonzoso, ya parecen hobbies deportivos los temas de la violencia, el secuestro y la desaparición de personas, cada día surge una noticia que ensombrece y empequeñece a la anterior por lo espeluznante y lastimoso de las notas en la prensa y las redes sociales. El gobierno, por su parte, ha mantenido el silencio, sus respuestas son nulas, huecas y sin sustento para dar tranquilizar a los deudos, es tal la desesperanza y la poca credibilidad en los gobernantes que muchas familias ya no piden les regresen a su hijo-hermano-sobrino-amigo-conocido vivo, mucho menos castiguen y apresen a quienes cometieron el delito, se conforman con que localicen el cuerpo y se los entreguen entero o fragmentado para darle sepultura y acabar con el dolor interminable que provoca la incertidumbre.
Lo sucedido este fin de semana con los hermanos Luis Ángel, José Alberto y Ana Karen González Moreno de 32, 29 y 24 años, que fueron sustraídos violentamente de su domicilio por un comando armado en la colonia San Andrés de la ciudad de Guadalajara, Jalisco el pasado viernes por la noche y encontrados sin vida 36 horas después, en San Cristóbal de la Barranca, duele porque son jóvenes y porque no responden a los perfiles de ciudadanos con que el Estado se justifica y excluye del tema cuando explica el porqué de las cosas y termina victimizando fría e indiscriminadamente a quienes son víctimas de los hechos; los hermanos fallecidos eran jóvenes productivos, José Alberto estudiaba la licenciatura en Geografía en la Universidad de Guadalajara, Luis Ángel tenía un taller de serigrafía y Ana Karen trabajaba en un taller que coloca asientos para automóvil.
No hay día en Jalisco sin que haya víctimas, cada día son por lo menos dos, tres, cinco o, como este fin de semana, donde fallecieron de manera violenta más de 10 personas y las respuestas del gobierno son nulas, sólo se leen los mensajes mezquinos del gobernador Enrique Alfaro lamentándose de los hechos tal como puede hacerlo cualquier ciudadano y no como el gobernante que es, él (si acaso no lo ha entendido) está obligado a dar respuestas fehacientes a los deudos, no por algo en nuestro estado hay más de 10 mil personas desaparecidas sin que las familias reciban algún tipo de informe que les dé luz sobre sus seres queridos.
Lo más lamentable de esta realidad violenta es que, por cómo han tratado los temas gobierno y medios de comunicación con tinte amarillista, sin tacto y sensibilidad con las víctimas, la población han construido imágenes y representaciones sociales donde, de entrada, las víctimas son culpables de lo que les sucedió, si sufrieron algún atentado en un antro o en la calle por la noche lo traducen como –por qué salen–; si a las mujeres las acosan, violan o asesinan, se escuchan frases como –por qué se visten de manera provocativa–; si los desaparecen, violentan o amenazan de día, en alguna plaza pública o comercial, en carretera o a los ojos de la población nunca faltan cosas como –seguramente andan en malos pasos–.
Nadie, ni aun quienes se dedican a la actividad delictiva (habría que explicar por qué andan e ello), puede terminar sin vida de manera violenta o desaparecido sin que se sepa en dónde está, un principio de civilidad es que todos y todas podamos transitar de manera segura por cada rincón del país y a la hora que lo decidamos, la barbarie que vivimos no tiene en paz a nadie, todos estamos propensos a sufrir algún tipo de atentado o desaparición y sólo somos conscientes de ello cuando este fenómeno toca la puerta de nuestro hogar, la de un conocido o un ser querido.
Esperemos que lo sucedido con Luis Ángel, José Alberto y Ana Karen sea un parteaguas y se tomen (de una vez por todas) las cosas con seriedad y las respuestas de los responsables de dar tranquilidad a la ciudadanía aparezcan de manera contundente. Ahora que los candidatos de los diferentes partidos políticos piden lastimosamente votos para ganar una curul como diputado, una presidencia municipal, una regiduría o una gubernatura, los temas como los señalados deben estar en el primer renglón de las cosas a resolver en el corto plazo, de otra manera, es seguir en lo mismo y donde la ignominia hacia las víctimas seguirá prevaleciendo en las prácticas y discursos de quienes tienen la obligación de dar luz y alternativas para que vivamos en paz, con seguridad y en sana convivencia.
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]