DINOSAURIOS DE PIEL MUY DELGADA
La era de los dinosaurios, conocida como la Era Mesozoica, abarca aproximadamente desde hace 252 millones hasta hace 66 millones de años y se divide en tres periodos: Triásico, Jurásico y Cretácico.
En México, en la actualidad, la analogía entre los grandes depredadores que dominaron el planeta se vincula de manera coloquial con los partidos políticos y sus anquilosados miembros aferrados a la política y vivir del presupuesto.
Una de las características que daban validez a la analogía era el definir ciertas características que coincidían con las de los políticos y los elefantes, como el tener las orejas grandes (para escuchar), la cola corta (para que no se la pisaran) y piel gruesa (para que soportaran las críticas).
El contexto se debía a que los propios políticos de antaño, los que aseguraban que la peor muerte de los políticos era la que el pueblo sentenciaba al dejar de hablar de ellos; de allí se desprendía un dicho político, entre este círculo “dorado” o privilegiado, quienes aseguraban que, para mantenerse vigentes, era necesario que los medios informativos, hablaran “bien o mal” pero que hablaran constantemente de ellos.
Algo que, con la aparición de nuevas definiciones generacionales, no solamente dio como resultado a índigos, millenials o los de “cristal”, en el ámbito político, el equivalente generacional pasó de los anquilosados “prianistas” a los modernos “morechairos”; es decir, hablando de analogías generacionales, somos testigos de una evolución de la consistencia de estos políticos, al pasar de una piel gruesa en la que todo se les resbalaba, muchos de los casos parecía cubiertas de una gruesa capa de cinismo o de “me importa nada” a una muy delicada piel, donde la comezón aparece ante la menor referencia de sus actos y omisiones.
Ahora basta que, ante cualquier situación, critica, comentario o similitud, se traten de poner el saco y se proyectan lacerados por el roce de la condición con su piel, para decirse agraviados y buscar venganza, apoyados de una serie de mecanismos represores.
Así pues, los acontecimientos registrados en contra de personas pensantes, capaces de analizar y entender lo que realmente sucede con las políticas fallidas más allá de las mañaneras y las ocurrencias de actores de la cuarta transformación, que, en la mayoría de los casos, son los mismos anquilosados dinosaurios políticos de aquella especie que fue ramificándose para dar paso a las nuevas especies, menos resistentes a la tolerancia, a la crítica y mucho menos a la realidad.
Los nuevos depredadores que están transformando a México, ya no son los grandes dinosaurios de la política; estos lograron evolucionar al grado de, dar origen a una especie de parasito social, una especie de sanguijuela de color intenso (guinda) con piel muy delicada, pero afianzada al poder.
Las ocurrencias de quienes conforman esta moderna especie política van perpetrando los mecanismos para acallar a quienes los evidencian, desnudan y desenmascaran; por esta razón, ahora son las instituciones transformadas desde el marco legaloide, quienes actúan como los “verdugos” de una 4T (Tiranía trazada tristemente tramposa), con la que pretenden controlar, silenciar y borrar sus propias acciones.
La represión ejercida contra ciudadanos y periodistas en la CDMX, Campeche, Puebla, Sonora y otras entidades del país, bajo la actuación impositiva de cargos gubernamentales y manipulando a instituciones como el propio Senado de la República, Tribunales como el electoral y hasta el mismo Instituto Nacional Electoral (INE) que desvían recursos para espiar y darle satisfacción a los politiqueros que se sientan aludidos en redes sociales, principalmente.
El caso del periodista Jorge Luis González por presunta “incitación al odio” contra la gobernadora de Campeche, es solamente uno de los más sonados.
Pisoteando la libertad de expresión, el derecho a externar lo que piensa cada persona; pero que bajo las ocurrencias de quienes buscan engañar a los gobernados, se victimizan argumentando que son el centro de agresiones por violencia política con razón de género, o de alusiones personales, porque para colmo, confunden el poder con la omnipotencia y el ser mandatario con ser el que manda, o como se dice popularmente, han confundido la gimnasia con la magnesia y las paridas con las preñadas.
Ni hablar, tenemos lo que el pueblo sabio eligió, según aseguran los que dicen representar al pueblo mexicano, pero ha quedado más que demostrado ante tantos errores en reformas impositivas, boletas inutilizadas en ejercicios históricos y proyectos al igual que programas políticos fallidos, que el pueblo sabio existe en esta nación, pero aún se encuentra como la Iztaccíhuatl, es una gigante dormida, que cuando despierte, logrará que se repita una vez más, la extinción de estos voraces depredadores, tal y como sucediera con aquel meteoro que impactó en la península de Yucatán y terminó con los dinosaurios protegidos con gruesas escamas, caparazones y placas óseas sobre la piel que los hacían parecer casi indestructibles.