OPINIÓN

Slim & Pemex: ¿rescate energético o privatización encubierta?

Carlos Slim hizo una carrera basada en el monopolio, primero con Telmex y después con Telcel. Ahora, se ha convertido en el principal socio privado de Pemex. ¿Se está ’muriendo’ o están ’matando deliberadamente’ a la paraestatal para entregársela al magnate?

La entrada de Carlos Slim como principal socio privado de Pemex marca un punto de inflexión en la historia energética de México. Con más de 2,000 millones de dólares invertidos en campos clave como Zama, Lakach e Ixachi, Slim no solo ha inyectado capital: ha redefinido las reglas del juego.slim
Slim propone algo más que dinero. Su visión es pragmática: priorizar la producción sobre la exploración, extraer petróleo sin perder tiempo en descubrir más. Esta lógica puede parecer eficiente, pero tiene consecuencias. Pemex, con una deuda que supera los 100 mil millones de dólares, ha iniciado una reestructuración interna que incluye recortes de personal y una nueva estrategia operativa. Slim no es un salvador desinteresado: es un estratega que sabe que, cuando el Estado está en apuros, el capital privado puede tomar posiciones clave.

Su cercanía con Claudia Sheinbaum ha sido evidente. Reuniones frecuentes y gestos públicos sugieren que Slim no es solo un inversionista: es un interlocutor privilegiado. La presidenta, en lugar de abrir licitaciones públicas, prefiere asignaciones directas a conglomerados con músculo financiero y capacidad de ejecución. ¿Pragmatismo administrativo o debilitamiento de la transparencia?

Este momento evoca un déjà vu: la privatización de Telmex en los noventa. Empresa pública en crisis, entorno regulatorio relajado, y un gobierno dispuesto a ceder. Slim capitalizó entonces y parece replicar la fórmula ahora. El riesgo está en que, al intentar rescatar a Pemex, el Estado termine cediendo soberanía energética.

Por otro lado, Slim insiste en que la inversión privada debe superar el 20% del PIB, lo que no solo impulsa al sector energético, sino que podría servir como catalizador para una nueva generación de empresarios nacionales. Pero no hay que confundir dinamismo económico con concentración de poder.
México necesita energía, sí. Pero también necesita reglas claras, competencia real y un Estado que no se convierta en apéndice de intereses particulares. Que Slim sea el socio principal de Pemex puede ser una oportunidad. O puede ser el inicio de una nueva era: aquella donde lo estratégico deja de ser público.