UNA CUEVA CONTRA LOS CAMORRISTAS
Alzamos las manos dependientes del buen humor y la simpatía que le generemos al reclutador de empleo, del buen clima para levantar los jitomates de la huerta, de la madre que arrime dirección cuando la adolescencia alumbra incertidumbre, de que el lugar en el mundo donde pernoctamos no nos expulse a la migración, de que si las papas queman enfilemos hacia donde las llamas se dispersan.
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