2022 NUEVO AÑO, ¿NUEVA EDUCACIÓN?
Es costumbre aprovechar el año nuevo para desear lo mejor a los amigos, familiares y compañeros. Es conocido lo desconocido del futuro y por eso desear lo mejor a los demás es una manera de convocar las bondades y los deseos, esperados o no, con ocasión del cambio de calendario. En este cambio 2022 convocar a la felicidad está teñida de la sombra de la pandemia y de no pocas situaciones económicas y sociales de pronóstico reservado.
Una de esas situaciones es la educación formal. Nuestra costumbre centenaria de reunir educandos y educadores para educarnos cara a cara se ha visto dificultada por la necesidad de evitar el contacto cercano entre personas y en grupo, modo privilegiado de hacer educación en nuestra época. La incidencia de la enfermedad en mayor o menor intensidad ha determinado la reunión educativa cara a cara o bien la comunicación educadora mediada por sistemas a distancia, digitales o electrónicos.
Esta mediación se ha visto criticada con fuerza por quienes no aceptan la alta probabilidad de contagio virulento en medio de grupos escolares tal como los conocemos y practicamos, y también por quienes añaden la crítica, a veces exagerada, a la comunicación educativa a distancia. Al mismo tiempo otros añaden la “pérdida” irreparable de los aprendizajes planeados en el currículo nacional, sea por la distancia, sea por el abandono de la actividad educativa por falta de acceso a los medios educativos electrónicos o digitales.
Esta situación típica de “perder-perder” (perdemos salud si aumenta el contagio, perdemos aprendizaje si no hay educación cara a cara) más allá de mantener las disputas entre las diferentes posturas, requiere de ser repensada para revisar de manera serena las posibilidades que nos ofrece la comunicación educativa mediada y para revisar alternativas a la acción educadora cara a cara en condiciones tales que no propaguen el contagio.
La comunicación educativa mediada pierde con la situación cara a cara porque se asume que no puede sustituir los actos usuales de un salón de clase. Sin embargo, la comunicación educativa puede generar otros actos con gran capacidad de educar. Pensemos en los libros, impresos o digitales, y cómo la lectura de los “buenos” (léase adecuados) libros nos permiten realizar las operaciones típicas del acto educativo tal como se propone practicarlo en la situación cara a cara, desde luego en un orden e interacción diferente. Esa lectura puede darse en revistas y aun en periódicos. Y si se complementa con un círculo de lectores, en línea o presencial, tendríamos el intercambio de lecturas para enriquecer y verificar el aprendizaje.
Igual puede pensarse del uso de la programación televisiva, incluso la actual tv educativa si se renovara un tanto y aun de la radio para crear oportunidades de educarse, sin necesidad de agruparse en un aula. Al menos “perder” el cara a cara daría oportunidad de “ganar” una educación mediante el mundo disponible, actual y vibrante.
Nuevo año, sí. Otra y nueva educación es posible también.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]