BARRIO SANTA TERE RETRATO DE UN ADOLESCENTE
El Barrio de Santa Tere comprende un perímetro delimitado al oriente por la calle de Ghilardi, al poniente la Avenida de las Américas, al norte la calle de José María Vigil y al sur la calle de San Felipe/Avenida México; en este perímetro se mueve Marco A., adolescente que actúa como un joven rodeado de amigos y amigas, entre quienes descubre las sensaciones del primer amor y los lazos fuertes de la amistad.
El argumento recoge las andanzas de un jovencito por las calles del barrio, la narración de los primeros escarceos y la descripción de una zona popular, por ende, llena de atractivos urbanos. Marco A. muestra las calles transitadas durante la niñez al ir caminando hacia la escuela, el templo del lugar, sitio sagrado de veneración de la virgen francesa de Santa Teresita y los comercios propios de la curiosidad infantil y el inicio de la edad juvenil.
La narración es tan vívida que el lector arma una ruta propia para deambular por los mismos sitios: parte de la calle Iturbide, donde vive el protagonista y camina hacia el sur, en busca del árbol donde se ha de encontrar con la niña quien le cambia el ritmo del corazón, y de los amigos sinceros provocadores de risas y nuevos conocimientos. La novela es por supuesto, una narración autoficcional, en la cual el protagonista sí se identifica con el autor, como en las autobiografías, pero puede, al mismo tiempo, distanciarse para escribir la historia como le hubiera gustado que fuera.
La ilusión lectora nos instala frente a una crónica, o delante de una autobiografía, en la cual surgen algunos nombres de personas reales, pero la evocación se tiñe con eventos que ofrecen funcionalidad a la trama: se corta donde y cuando conviene así sea. La duración de la novela se atiene a un año, situado en la periferia adolescente del personaje central, tiempo ideal para contar las peripecias de quien sale de un periodo escolar y emocional para ingresar a otro.
Uno de los aciertos de la pieza narrativa es el conocimiento del ámbito femenino y su temprana llegada al mundo de las relaciones de pareja, como puede verse en este párrafo: “Hablamos sobre «la llevada de la Virgen», la gran peregrinación de la ciudad para acompañar la imagen de la Virgen de Zapopan a su basílica en el pueblo aledaño a Guadalajara, una costumbre que llevaba más de doscientos años de tradición.
Hablamos de que compraríamos sombreros de cartón que dirían «busco novia». Las muchachas rieron con su risita callada, tal vez burlándose de lo estúpido que parecíamos.” El barrio, cuyo perfil se fue formando tras las huellas de los potreros de El Algodonal, pertenecientes a la antigua Hacienda de Villaseñor, se muestra en todas las aristas de su vida religiosa, comercial y educativa, para beneplácito de quienes leemos el transcurrir de la vida de un temprano lector.