CULTURA

LA MECENAS

LA MECENASЛитэратура #30

Por Carlos Martínez Valadez

LA MECENASEra mediados de otoño en nuestra ciudad Guadalajara, el sol tibio del atardecer ilumina a través de los grandes ventanales del improvisado estudio en habitación prestada, cuya casa está en vías de
desalojarse en lo que se termina la remodelación de otra finca de la misma propietaria.

Doña Eufrosina Cervantes le dice a Bartolomé Fortunato de Oropeza:

“Le encargó la casa; hay que hacer la limpieza, vigilar a los inquilinos, regar las plantas y comida a los pajaritos. Regreso en un mes. Esta casa ya la vendí y llegue a un acuerdo con el comprador para
entregársela en febrero próximo. Mi hermana me dio buenas recomendaciones y confió en usted Don Bartolomé… aquí están las llaves… cualquier pendiente me llama. Traje plátanos y naranjas… allí están en la cocina… hasta pronto”.

Don Bartolomé Fortunato de Oropeza, hombre de 58 años solo, sin familia deambulando por la vida sin mayores logros que el haber trabajado de obrero en la industria textil fabricando telas resistentes denominadas “denim” por ser de origen francés, con textura parecida a la mezclilla “a la mexicana”, y rollos de tela de manta.

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