SE REPITE LA MASACRE
Por: Miguel Jiménez Ibáñez*/ TEN/ Opinión
Independientemente de quien sea o haya sido el autor de la frase “El lobo es el lobo del hombre” (latín: Homo homini lupus), encierra el concepto de la crueldad y la maldad humana. Pudiera entenderse que nuestros propios enemigos son nuestros propios semejantes. La Historia Universal consigna que la conducta actual, en esta apocalíptica época, parece envolver al hombre.
El afán de la supremacía de una etnia, por ejemplo, es una muestra que se patentiza en el nazismo y en algunos sistemas tiránicos de gobierno, totalitarios y militarizados. Recuerde a “Gori” Pinochet en Chile u otro lugar de américa del sur o allende la “cortina de hierro”. Ahí está el testimonio histórico.
En cualquier núcleo social el abuso del poderoso afecta al menos poderoso hasta llegar al más débil.
Está en el demagógico ente político; en el aparente servidor público, en el comercio; en las religiones, etc.
Dicen los que dicen que saben y las enciclopedias, sobre todo los filósofos, que la frase “El hombre es el lobo del hombre” es o fue de Thomas Hobbes, filósofo inglés, en 1642, cuando publicó su obra “Cive” que podría traducirse como “Del ciudadano”. Trata la relación entre el gobernante y los gobernados. Sostiene que el Estado es una creación artificial diseñada para proteger a los individuos de la guerra y la anarquía, que caracterizan el estado de la naturaleza. Argumenta que el ser humano es egoísta y que constantemente lucha por el poder, la supervivencia y la supremacía. De ahí surge la necesidad de crear un Estado que ejerza el poder soberano y mantenga el orden a través de la ley y la coerción. De acuerdo a su teoría filosófica, Hobbes es encasillado en el materialismo y el contractualismo político (en el contrato social, concepto que luego exploró Rosseau). Señala que los individuos deben ceder parte de su libertad y someterse a una autoridad centralizada.