ADIESTRAMIENTO PARA UN DÍA DE BACHES
Por: DARÍO FRITZ/ TEN/ Opinión
Siéntese con aplomo. Encienda luces, llueve, le esperan más minutos del tiempo normal para llegar a casa. Una oscuridad mortecina baja por el horizonte. Olvídese de lo que le dijeron en la oficina; “mejor espere a que pase el chubasco”. No haga caso. Siempre que llovió paró. ¡Qué lugar común!, dígase.
Mejor entrar al tráfico cuando caen las primeras gotas, luego el agua corre hasta la altura del mofle y sobreviene el caos. Aférrese al volante con las fibras despabiladas de ambas manos, los ojos encajados para distinguir cada bache camuflado entre la corriente de agua oscura, los pies atenazados a los pedales. Dígase: “Ansiedad hoy te destazo. Paciencia, deja vivir”.
Piense que es un hombre de ciudad: curtido, egocéntrico, hecho a sus anchas.
Ni se le ocurra colocarse la gorra. Si tiene frío, no importa, puede distraerlo ese tic de ajustarla cada treinta segundos. Tampoco encienda el radio. “Está lloviendo”, comentarán. Nada nuevo. Nada que aporte.
Sienta el golpeteo de las gotas cayendo inmisericordes sobre el parabrisas y alégrese. Los embalses sumarán centímetros. Quizá se evite acarrear agua el próximo verano.
Elija la ruta de siempre, no esté inventando atajos. Mejor viejo conocido, que bueno por conocer, como le dice su padre. En estos momentos Google Maps y Waze son marionetas de los algoritmos. Le harán saber que el tiempo se asemeja a la tortura de las horas muertas en la oficina el primer día del año.
Recuerde aquellos baches que la luz descubre cada día soleado y que en tardes así hechizan enmascarados todo intento por sortearlos. Cada uno con su dibujo de perfecciones geométricas: el circular y profundo bajando la rampa del distribuidor vial, los rectangulares y cuadrados que se reproducen como conejos uno tras otro frente a la gasolinera, los pequeños y traicioneros que se pegan al muro de contención del periférico, el romboidal frente a la casa de apuestas, los que se abren como un árbol de mil ramas. Una colección de agujeros que ni el peor Lucifer haya diseñado.
Desconfíe, las expectativas suelen estafar. El anuncio oficial reciente de próximas reparaciones puede que llegue algún día. Pero no ha sido hoy. Ni se pregunte si taparán todos. ¿Cómo comprobarlo?, dígase. Volverán a reproducirse en pocos meses, para la próxima temporada de lluvias, como hongos, como hoyos. El Niño, la Niña, el cambio climático, poco que hacer ante estos embates de la naturaleza, dirán.
Parafrasee a Augusto Monterroso: “…y los parches todavía estaban allí”.
Cuando haya avanzado un buen trecho, calcule cuántos de esos cráteres terrenales ha sorteados y cuántos lo atraparon. La numeralia contabilizará si le han funcionado los reflejos.
No desanime. Mantenga la concentración en lo que hacen los demás. Se quiebran hacia derecha, quiébrese hacia la derecha. A la izquierda, también a la izquierda. Dan señales de freno, avise al que tiene detrás. Evada a los que no le dejan ver. Encare las lagunas con frialdad, como el carnicero afila el cuchillo, tantee la altura del agua, intuitivo aplique primera y segunda, no detenga la marcha, siga el rastro de los demás. Impida que lo rebasen y le lancen olas.
Insulte bonito, cantado, a fondo, exasperado. En voz alta. Contra los vecinos automovilistas, contra quienes prometen soluciones. Deje afuera a la naturaleza. Piense que tiene razón.
Adelántese a los hechos. Si el bache lo deja tirado, está el seguro como reaseguro. Una demanda, un pleito contra el gobierno, la alcaldía, le quitará el enojo por un rato y le sumará otros cuando el tiempo demuestre que ni la paciencia del monje le alcanzará para sacar algún rédito.
Si en medio de la lluvia torrencial el de adelante ha frenado intempestivo y se zampa contra él, vuelva a insultar.
Al llegar a casa ileso, y antes de apagar el motor, hágalo aullar. Manténgase congelado. Piense sereno: “Si todo fuera como el paño de billar sobre el que se desplazan los aviones en un aeropuerto”. Piense espantado, “los baches siguen allí”, pirañas preparadas para el zarpazo.
Acepte: “Tendré otras tardes como esta”.