FARÁNDULA

PROGRAMAS DE TELEVISIÓN ICÓNICOS DEL SIGLO XX.

PROGRAMAS DE TELEVISIÓN ICÓNICOS DEL SIGLO XX.Era el mes de septiembre de 1964, cuando el concepto de entretenimiento de un público «moderno» a través del aparato televisor en los Estados Unidos. Las más importantes cadenas televisivas de entonces, se encontraban enfrascados en una competencia «férrea» por ganar mayor rating.

A 55 años de ese momento, vale la pena regresar en el tiempo y recordar aquellos programas que no solamente, lograron ganarse al público, sino que además fueron icónicos y marcaron un parte aguas en la historia de la industria en la «pantalla chica».

La creación de personajes singulares, situaciones peculiares y el manejo de un humorismo que le exigía a los actores, echar mano de su mayor capacidad y calidad histriónica.

En México estás series televisivas lograron crear gran simpatía, apoyados por actores profesionales de doblaje y la picardía utilizada en palabras y frases adaptadas que resultaban más identificables por el público mexicano.

PROGRAMAS DE TELEVISIÓN ICÓNICOS DEL SIGLO XX.El 17 de septiembre de 1964, la serie «Hechizada» (Bewitched) calificado como uno de los mejores programas de la cadena ABC, realizó 254 capítulos durante las 8 temporadas que permaneció al aíre. Los actores protagonistas Elizabeth Montgomery interpretaba a la simpática Samantha y Dick York en el papel de Darrin, el marido de Samantha. Un concepto de comedia fantástica creado por  Sol Saks

Un día después, el 18 de septiembre de ese año, La primera serie de los Addams distribuida por la Metro Goldwyng Meyers (MGM), y por ende la que los dio a conocer, fue rodada en formato blanco y negro. Contó con la supervisión del propio Charles Addams quien además nombró a la familia para la serie (debido a que ningún miembro del clan Addams tenía nombre originalmente) y agregó a Cousin Itt (Tío cosa) como un personaje original de la serie junto a David Levy. La serie contó con 65 episodios durante sus dos temporadas y finalizó en 1966. Una familia excéntrica aristocrática que por su singularidad, las situaciones en las que se veían involucrados siempre repercutía en una tercera persona, regularmente alguien que por coincidencia llegaba a su mansión.

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