TRANSPORTE PÚBLICO, DEFICIENTE MODELO DE SERVICIO
Por: Redacción/ TEN/ Empresarial
La Línea 3 del Tren Ligero en Guadalajara, anunciada como un emblema de modernidad y movilidad eficiente, durante el anterior gobierno estatal emecista, se ha convertido en una fuente inagotable de frustraciones para los ciudadanos.
Promesas incumplidas, fallas recurrentes y una notable falta de mantenimiento, han transformado este sistema de movilidad masivo, en un modelo de negligencia gubernamental.
Los usuarios han perdido la tolerancia y la paciencia ante una serie de anomalías que repercuten directamente en la calidad del servicio.
Escaleras eléctricas fuera de servicio y máquinas de prepago inoperantes se han vuelto parte del paisaje cotidiano en las estaciones.
Tal es el caso de don Fernando García, un usuario frecuente, quien resume con impotencia la situación que a diario padece: “Las escaleras siempre están descompuestas, pero ahora también las máquinas de prepago están fallando. En algunas estaciones solo funciona una de cinco, lo que genera filas largas y pérdida de tiempo. Yo no uso tarjeta, prefiero pagar con monedas, pero ya lleva mucho tiempo esta situación sin resolverse”, lamentó.
La pregunta que flota en el aire es clara: ¿dónde están las autoridades? El titular del Sistema de Tren Eléctrico Urbano (SITEUR) sigue guardando silencio, al igual que lo ha hecho desde su anterior cargo como director del transporte público, mientras los ciudadanos sufren con un servicio cada vez más y más deficiente.
El tan publicitado modelo de transporte público urbano (MiTransporte) contrasta radicalmente con los discursos emitidos a los medios informativos, al grado de convertirse en un insultante sistema condenado a la quiebra, gracias a la implementación del sistema de prepago: un sistema de transporte inaugurado con “bombo y platillo”, pero que apenas unos años después muestra un deterioro alarmante, derivado de las anomalías establecidas en el marco jurídico, donde estatutariamente ningún transportista puede evidenciar ninguna de las adversidades y repercusiones que laceran su actividad, so pena de perder la concesión si revelan los “secretos” ocultados a la sociedad en general.
Las excusas que el ejecutivo del estado ha defendido, culpando a los transportistas del detrimento en este servicio, va ganando cada vez más la incredulidad popular, ante un retroceso en la movilidad y conectividad, el encarecimiento manipulado (engaño en la tarifa) que aparentemente no se ha incrementado pero que obliga a los usuarios a utilizar más del doble de unidades para transportarse de un lugar a otro, cuando anteriormente se hacía con un solo camión de ida y otro de vuelta, provocando mayor tiempo perdido en los transbordos, mayor gasto en pasajes, mayor tiempo perdido en los traslados y peor aún, eliminando rutas a voluntad y deteriorando un servicio que, antes era mejor que ahora, obligando a los usuarios darle un calificativo de “inaceptable”.
Por su parte, la Línea 3 costó más de 31 mil millones de pesos, un monto que prometía calidad y eficiencia. Sin embargo, la realidad es otra: una infraestructura que envejece a marchas forzadas y un mantenimiento que brilla por su ausencia, y aunque no usa neumáticos, diésel, complementos y lubricantes como los camiones; ni paga placas, afinaciones, verificaciones y trámites burocráticos; tampoco regresa cambio ante el pago con monedas, lo que parece que tampoco les alcanza para dar un buen mantenimiento a las instalaciones.
Los usuarios exigen respuestas, pero, sobre todo, soluciones. No se debe seguir tolerando que un servicio de transporte público que debería ser confiable, accesible, ágil y eficiente para facilitar la vida de los ciudadanos, sea un obstáculo que, a diario, condiciona a los usuarios a batallar con pago exacto y no recibir papel moneda, obligue a las personas a esperar hasta una hora o más el que cumplan con la frecuencia de paso, ampliar y respetar el servicio para las últimas vueltas nocturnas y cumplan con terminar sus recorridos hasta su terminal, entre muchas otras cosas que no benefician al servicio que se requiere en Guadalajara, la ciudad merece algo mucho mejor que esta triste indolencia, reflejo de la indiferencia gubernamental.