CONOZCA LAS MOMIAS DE JALISCO
Por: Redacción/ TEN/ Cultura
Cuando se habla de momias en México, llega a la mente casi de manera automática Guanajuato, famosas turísticamente, incluso han sido llevadas a la pantalla del cine nacional, en versiones retro y caricaturas.
Pero al preguntarle a los visitantes de Guadalajara (nacionales y extranjeros), si les agradaría ver y conocer de algunas momias, se ríen y relacionan al estado del bajío, externando que en alguna otra ocasión lo harán.
Pero cuando se les refiere que hablamos de las momias de Jalisco, su expresión de asombro, acompañado de la pregunta, ¿hay momias en Jalisco? Su curiosidad se despierta.
Efectivamente, entre los tapatíos una leyenda urbana que ha confundido a los turistas principalmente es una imagen religiosa colocada en el interior de la catedral metropolitana tapatía.
Esa imagen no es una momia, pero ha ganado mucha popularidad, ya que aseguran muchos testigos que parece casi humana, me refiero a Santa Inocencia, una imagen de una niña romana que murió a manos de su progenitor a causa de su convicción religiosa; es importante mencionar, que las reliquias de Santa Inocencia no estuvieron desde el principio en la catedral, ya que estas fueron enviadas por el canónigo Vicente Flores al templo de Santa Mónica tras recibir las piezas de la doncella el 8 de mayo de 1788, mismo año, en el cual fueron certificadas como auténticas por el Obispo de la Calavera, Fray Antonio Alcalde y Barriga.
El cuerpo incorrupto o momificado que si se conserva en esta iglesia metropolitana y que pocos conocen, es el del fraile Manuel Gómez de Mendiola y Solórzano, quien murió en lo que hoy es Nochistlán, Zacatecas en el año de 1576, sepultado directamente en la tierra y que muchos años después fue exhumado y al ver las condiciones de conservación, fue trasladado a Guadalajara ya en un ataúd, en donde se le volvió a sepultar en lo que hoy es el panteón de Santa Paula, llamado por los tapatíos como el panteón de Belén, de donde se exhumó una vez más y al ver las condiciones de preservación y momificación se colocó su ataúd bajo el altar principal, donde se encuentra hasta el día de hoy.
Mientras que el Museo de las Momias de Guanajuato cuenta con 111 momias de las cuales 63 son mujeres, 5 niñas, 30 hombres y 13 niños; la última en ponerse en exhibición corresponde a un menor fallecido en 1984, exhumado en 1989 y puesto en exhibición el primero de octubre del 2005.
En el municipio alteño de Encarnación de Díaz, ubicado a 180 kilómetros de la capital jalisciense; cuenta con el segundo Museo de momias más importante del país, se conoce como el Museo de las Ánimas y exhibe 32 cuerpos momificados, pero cuenta con muchas más que no se han dado a conocer públicamente, ya que carecen de la autorización de los familiares o tienen por resolver trámites legales.
En México solo existen tres lugares que tienen momias y uno de estos es el Panteón de Atemajac ubicado en el municipio de Zapopan y que actualmente, exhiben cinco cuerpos momificados, de personas que fallecieron entre 1982 y 1988 y fueron exhumadas en el año 2005; estas se encontraban en gavetas, lo que permitió que su conservación; pero se sabe que hay otros cuerpos momificados, uno de ellos yace en la ronda de los jaliscienses ilustres, se trata de quien fuera el rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Díaz de León y falleciera en 1937.
En el municipio conurbado de Zapopan, las autoridades realizan un trabajo relacionado con el rescate de cuerpos conservados, se trabaja en un registro de personajes ilustres que fueron sepultados en panteones de Zapopan y que tienen varias centurias. Algo que se ha complicado porque suele ocurrir que las terceras generaciones pierden el interés por mantener y visitar las tumbas de sus ancestros.
Los panteones de Zapopan son históricos, el más antiguo es el ubicado en pleno Centro de la cabecera municipal y data de 1830.
La exhibición, que está disponible para el público de forma gratuita del 1 al 5 de noviembre a partir de las 20:30 horas. Llama especial atención el cuerpo de Josefina García Gómez, una mujer nacida en 1900, vestida con un suéter azul y con las manos cruzadas sobre el pecho, sostiene un crucifijo con el que fue enterrada.
El de Narciso Hernández es otro de los cuerpos exhibidos, nació en el año 1920 y falleció en 1988 (68 años) a causa presuntamente de una contusión de tórax de tercer grado. Su cuerpo momificado mide cerca de 1.90 metros de altura, siendo uno de los que más llama la atención por su gran longitud.
Finalmente, los otros cuerpos corresponden a María de Jesús Salcedo Blanco, cuyos pies estaban atados con un pedazo de soga desde el momento de la exhumación; a Virginia Navarro Hernández que aún conserva un vendaje en la mandíbula que le fue colocado para evitar que se abriera y Candelario Plascencia Díaz (57 años), quien fue enterrado sin ropa, otros dos cuerpos bien conservados fueron reinhumados por no contar con la autorización de los familiares.
Lo que hace diferentes a estos cuerpos es que no fueron sometidas a técnicas de momificación, como las de Egipto.