LOS ESCRITOS DEL MUERTO
Литэратура #36
Por: Carlos Martínez Valadez
Atención: Estas palabras inspiran un momento de atención e introspección. Lea con la debida reserva y atesórelo en su integridad para una posterior reflexión.
Deambulando en nuestras vidas interactuando con otras personas, cumpliendo sueños, cumpliendo obligaciones cotidianas, creando proyectos, ambicionando, enamorando… viviendo, sin saber que acontecerá en el segundo inmediato… Era un 29 de octubre de 1970.
Rodrigo consideró que ya había vivido suficiente; casado, con dos hijos, un matrimonio estable y un negocio heredado que atender sentía que la vida había sido justa con el… algo intuitivo acapara y ensombrece sus días. No sabía que es… pero bueno no es. Resuelto y dado que ya había legitimado su testamento decidió, escribir en prosa, una especie de narrativa épica sobre su vida para que sus hijos al paso del tiempo tuviesen una especie de guía parental que les sea reflexiva ante sus propias vidas.
Esmeralda, mujer joven cerca de terminar la universidad a recibirse como profesionista en publicidad, se la pasaba investigando sobre los temas de su tesis y caminando por el centro de nuestra ciudad al tiempo le asaltó una bruma intuitiva con malos augurios… no sabía que es… pero bueno no es.
Mientras pensaba en ello pasando por el Café Madoka decidió entrar, sentarse, pidió un café y con sus cuadernos a la vista tuvo el impulso de escribir una narrativa en prosa, una especie de dramaturgia sobre una vida profesionista y adulta aún no vivida. Dedicada a su familia y que quedará como un reflexivo manifiesto.
Horacio, muchacho de 20 años de edad lo perdió todo; vivió el divorcio de sus padres, la novia lo dejo… Su consumo de “tonzol” es un lastre que le arrebató el dinero, la tranquilidad y su casa.
Durmiendo en las bancas callejeras ya llevaba pasado el mes en su nueva circunstancia. Sintió que su fin a temprana edad se acercaba… percibía algo malo por venir. No sabía que es… pero bueno no es. Consiguió un deshilachado cuaderno, un lápiz y pensó en escribir lo que sentía.
-Se denomina “muerte psicológica” a la envolvente sensación que tiene una persona en la que el vacío percibido con impotencia y tristeza es señal inequívoca a la cercanía de la muerte: podría confundirse con una depresión e impulsos suicidas. En el fondo en alguna parte del cerebro “se sabe” que ya no hay continuidad y por *sinestesia se da una transición al éter estando con vida. Esto no impide, más al contrario, impulsa al individuo a “cerrar el ciclo” según sea la psiquis de la misma.
Escribir, y dejar en palabras los sentimientos es una válvula de escape valido a este trauma-.
“No entiendo qué me pasa. No veo la vida con futuro; no percibo mi existencia haciendo mil cosas comprensibles con alegría o con desdén… tratar a mis semejantes con deferencia… convencerme de que la familia… mi familia pueda estar bien sin mí. Mi mayor problema es que no sé qué hacer, a donde ir…
¿Cuánto tiempo estaré aquí esperando a que llegue algo que no sé cómo es, de que color, forma o expresión?
Un gran vacío me envuelve a cada minuto que pasa… es como estar en una barcaza, deslizar tranquilamente sobre un espejo de agua, acercándome a la orilla… acercándome a un lugar sin retorno. Quiero, a través de mis palabras, que mi familia me mire, sin estar que me encuentro junto a ellos… mi egoísmo es insultante: yo me voy a descansar… mi esposa, mis hijos, mi madre, mi padre, mi hermana, mis sobrinos continuaran lidiando con las tribulaciones diarias… con su alegría y con su sufrimiento. Yo y solo yo egoísta me victimizo y siento pena por mí. No quiero leer lo que ya escribí… no me interesa corregir, no quiero repasar lo que ya escribí, porque podría arrepentirme. Hasta aquí pondré punto final y solo me resta esperar lo inesperado, no sé cuándo, no sé cómo. Solo acuérdense que ocupe un espacio, tuve un nombre y respire el mismo aire… en la eternidad nos encontraremos”.
Con las comprensibles variables entre Don Rodrigo padre de familia; Esmeralda joven estudiante casi profesionista y Horacio un joven perdido en su desesperación han escrito cada quien su visión muy propia de la vida… de su final en la vida sin comprender porque los latidos del corazón algún día pronto, se detendrán para nunca más…
Cada quien en su circunstancia se inspira y deja el papel con dedicatoria para el día que alguien asombrado, asimile su lectura.
La leyenda cuenta que es un jueves 2 de noviembre de 1970, y entre el bullicio de nuestra ciudad los puestos de revista exhiben los periódicos con las noticias del momento celebrando El Día De Muertos.
Entre la vasta variedad de ejemplares, hay una publicación de nota roja despertando morbo en la gente que pasa, orillando a ver el mosaico de colores marrón, rojo intenso, amarillo y negro que brillan en la portada, donde se lee como noticia principal: “Joven amanece cadáver en el jardín del Ex Convento del Carmen. Su cuerpo evidenciaba desnutrición, inanición y congestión por inhalación toxica” abajo a la izquierda se lee: “Joven muere atropellada al salir de la universidad, testigos refieren que iba distraída revisando sus cuadernos. Quedó debajo de las llantas del camión” y abajo a la derecha otra nota decía: “Padre de familia murió electrocutado al intentar componer el refrigerador. El adulto estando mojado metió las manos al entramado eléctrico. Murió al instante”.
Esta leyenda podría terminar sin más, en la noción de que los familiares de estas tres muertes vieron/leyeron sus escritos… No hay tal. Don Rodrigo, Esmeralda y Horacio jugaron en su mente con escribir y legar. Su intención se pospuso una y otra y otra vez hasta que la muerte fue por ellos.
Mientras tengamos consciencia… busquemos tiempo y dedicar unos minutos a plasmar lo que sentimos… alguien sabrá de nuestra intimidad. Porque todos los deseos aquí contados son propiedad de la muerte, pero expresados con su permiso en la vida, cuando la muerte aún no se acuerda de nosotros.
Las escrituras del muerto.
Autor: Carlos Martínez Valadez, noviembre de 2023.
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Próxima semana: La leyenda enamorada.
