Estas mudanzas no sólo eran un medio de transporte, sino que también simbolizaban la importancia de la comunidad y la solidaridad en Guadalajara.
En muchas ocasiones, amigos y familiares se unían para ayudar en el proceso de embalaje y traslado, convirtiendo la mudanza en un evento social.
Este sentido de colaboración y apoyo mutuo era una característica distintiva de la cultura tapatía y se reflejaba en las carretonadas.
LAS CARRETONADAS EN TRANSICIÓN
Las mudanzas de carretón también se asociaban con la transición de una etapa de la vida a otra.
Por ejemplo, cuando una pareja de recién casados se mudaba a su nuevo hogar, se realizaba una carretonada, en la que amigos y familiares acompañaban a la pareja en este emocionante capítulo de sus vidas.
Estas tradiciones eran una forma de celebrar y fortalecer los lazos familiares y comunitarios.
LAS CARRETONADAS Y SU IMPACTO ECONÓMICO E HISTÓRICO
Además de su importancia cultural y social, las mudanzas de carretón tenían un impacto económico en la ciudad.
Se creaban empleos temporales para conductores de carretón y se impulsaba la industria de la cría de mulas y caballos en la región.
Los carretoneros se convirtieron en figuras conocidas en la comunidad y desempeñaron un papel esencial en la logística de las mudanzas.
Pero le cuento un secreto:
cuentan las bisabuelas y abuelitas octogenarias que en ocasiones no sólo ayudaban en las mudanzas los carretoneros, sino que mudaban corazones y esperanzas, pues eran los celestinos discretos de cartas de amor.
Iban de un destino al otro enlazando corazones.
Y lo hermoso era que a veces, luego de las misivas, se convertían también en quienes los mudaban de hogar, cumpliendo su función de esta romántica tierra tapatía.
Pero, así como las cartas van y vienen, el tiempo también se va.
Con el paso de las décadas, el desarrollo de Guadalajara trajo consigo la modernización de los métodos de transporte y mudanza, relegando gradualmente las mudanzas de carretón a la historia.
Hoy en día, es raro ver un carretón en las calles de la ciudad, y la tradición ha quedado en gran medida en el recuerdo de aquellos que vivieron en una época en la que el ritmo de la vida y las costumbres eran tan diferentes.
Van quedando en recuerdos vivos del siglo pasado, como un valioso capítulo en la historia de la ciudad reflejando la riqueza de sus tradiciones culturales y sociales.
Estas carretonadas eran mucho más que un medio de transporte; eran una manifestación de la solidaridad comunitaria y un vínculo entre generaciones.
A pesar de su desaparición gradual, su legado perdura en la memoria colectiva de Guadalajara.
Las carretonadas no eran solo traslados de posesiones materiales, sino viajes a través del tiempo.
CONCLUYENDO
Al final de esta columna le conmino a que viaje a que se suba a estas carretonadas, a que lo haga con la imaginación, inténtelo, retroceda en el tiempo:
-Cierre los ojos al crepitar de los cascos de los caballos y el rechinido de las ruedas resonando en las calles de la limpia ciudad, imagine que huele a tierra mojada, a rosas y las tortillas recién hechas, capte el latido de los corazones plañideros a un camino de nuevas esperanzas, ahí usted podrá reencontrarse en esa ciudad de los recuerdos de antaño.
Ahora, regrese al presente.
Hoy, cuando las calles de Guadalajara están llenas de automóviles y rascacielos, las carretonadas siguen siendo un recuerdo vívido de una época en la que las ruedas de madera llevaban consigo los sueños y las historias de una ciudad que vivía al ritmo de la hermandad esa que tanta falta nos hace hoy en día y que, a través de estos artículos, esta escritora desea que se contagie usted y los suyos, al retomar nuestras costumbres y tradiciones del México de antaño, que no deben extinguirse y que nos haga gritar con clamor y enseñar a nuestros descendientes lo que nuestro himno nacional nos dice:
-Pero nunca ese grito de guerra, entre hermanos repita el cañón, solo cante, ya libre, la Tierra,
Su himno santo de paz y de unión.
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