LAS HOJAS NO SON EL RÁBANO
“La poesía más bien se trataría de una indagación que abarca todo nuestro ser, no sólo nuestra parte racional o intelectiva, sino también la sensibilidad y la percepción más sutiles”, dice Pepa Torres en “Reflexiones sobre la poesía”, s.f. aparecido en el Facebook.
Hace algunos años leí una discusión entre Chomsky y Skinner sobre la poesía, cuando la palabra “creatividad” se situaba en su lugar de origen, la administración de empresas.
Uno de ellos afirmaba que el poeta era como una gallina, ponía huevos o escribía poemas de manera natural; y el otro, que había un proceso mental de transformación de un material primitivo a uno elaborado con un cierto grado
de conciencia.
El término “creatividad” eliminó de un plumazo a la imaginación y la fantasía.
La “creatividad”, tal como se utilizaba en la administración de empresas, consistía en cambiar de lugar alguno de los elementos de una estructura o un proceso para que automáticamente todo se reestructurara.
En el ámbito literario se aplicó primero en las palabras y se enriquecieron la filología, las etimologías y la morfología gramatical, esta última utilizando la segmentación de las palabras, su composición y derivación, como puede verse
en los ensayos filosóficos de la gran mayoría de los pensadores después de la segunda mitad del siglo pasado.
Creatividad en literatura se utilizó para determinar el significado de algunas palabras como el caso de “escritura creativa”, para definirla como “escritura de ficción” y diferenciarla de la “escritura de no ficción”.
Creativo se le llamaba originalmente al redactor publicitario, que luego se extendió a todo escritor de ficción, que es el que escribe prosa (cuento, novela, drama, relato), y se mantiene de manera exclusiva el de “poeta” para el que
escribe poemas, en el entendido de que poema es una forma literaria que puede vehicular un efecto poético, una carga estética, o no, pues cuando un poema carece de efecto poético pero tiene intención estética se le considera
retórico o académico.
Pepa Torres propone que la poesía sea una especie de “indagación que abarca todo nuestro ser”, pero no menciona el objetivo de esa indagación; la propone como un método, olvidando que la poesía es, en todo caso, un registro
resultante de una indagación y no la indagación misma.
La investigación que propone estaría en otro ámbito del conocimiento, la psicología o el psicoanálisis, la antropología o la sociología, pero hay que dejar bien claro que la poesía no es un proceso de investigación, sino un
registro de lo hallado, si es que acaso se hace investigación para escribir poesía.