LOS SABERES COTIDIANOS MÁS ALLÁ DE LAS ESCUELAS
A Rosalinda Arredondo Maciel y su hermana Cuquita, con cariño y afecto
El pasado sábado asistí en compañía de Candy a una develación de busto del músico jalisciense Rafael Arredondo Arias, padre de una estimada amiga, esto fue en el lugar que lo vio nacer hace 112 años, en la ranchería Santa Rosa del municipio de Teocuitatlán de Corona que, junto con el municipio de Concepción de Buenos Aires, le realizaron este homenaje por su trayectoria en el mundo de la música tradicional.
Fue un festejo emotivo, donde no podía faltar la música de mariachi, los bailables folclóricos con canciones entonadas por Don Rafael y su Mariachi Azteca, los discursos de sus hijas (Rosy y Cuquita), los palomazos del infaltable Cornelio García y la voz dulce de Conchita Medina acompañados, por supuesto, del mariachi tradicional Azteca de los hermanos Arredondo, Joaquín y Francisco Javier “El Comanche”, además de un jovencito virtuoso del violín de nombre Luis Gilberto Enciso González y, por supuesto, el comilón para todo el pueblo (que consta de 270 habitantes según el censo de 2020) con tres cazos de Carnitas y chicharrón acompañados de frijoles de la olla y arroz, el festejo ameritó echar la casa por la ventana, un evento único y probablemente no se volverá a repetir en la plaza del rancho Santa Rosa, que, cabe decir, está edificada sobre el arroyo El Carricito y Los Laureles que hace frontera entre ambos municipios y desemboca en la Presa Santa Rosa.
La vida de Don Rafael está plagada de anécdotas para llenar libros y libros, lo cierto es que su formación en la música no sucedió en un conservatorio o en una academia de música, sino casi de manera fortuita y por herencia, su padre formaba parte de un mariachi y Rafael lo aprendió de manera lírica escuchando a su padre y casi como un juego. Cuenta una de las anécdotas (de unos textos escritos por su familia y compilado por Rosalinda Arredondo Maciel) que un día, justo después de que Don Gregorio (padre de Rafael) y su hermano Pedro regresaron de Teocuitatlán, a donde habían ido a tocar, le trajeron como regalo un violín, feliz por el regalo se llenó de entusiasmo y como pudo le empezó a sacar chillidos al instrumento, así lo hizo toda la noche, no se fue a dormir a pesar de los regaños de sus padres y, a eso de las 5 de la mañana, Doña Anastasia (su madre) que salió del jacal a moler el nixtamal y empezar las labores del día, el entusiasmado Rafaelillo (como le decían de niño) va con ella muy gustoso, la abraza y le dice: ¡Mamá, mamá!, ¡ya me sale la Delgadina!, y sin más la empieza a cantar acompañado de su violín, su mamá se puso contenta y sabía que allí nacía un músico de cepa; así de talentoso era Don Rafael y todo lo que sucedió después fue historia, la música lo llevó a conocer los alrededores de Santa Rosa, primero Teocuitatlán, después Guadalajara, la Ciudad de México, gran parte de la república mexicana y EEUU, así como ser parte de muchas películas campiranas junto con actores y cantantes de la época como Pedro Infante, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía, María de Lourdes, Luis Aguilar, Elvira Quintana, Flor Silvestre, Lucha Villa, Lola Beltrán, Marga López, Antonio Aguilar, Cantinflas y, sin faltar, por supuesto, ser parte del mítico programa de la televisión “Noches Tapatías”.
Cuando se habla de educación se llenan las voces y los textos de conceptos para explicar y definirla en términos de procesos, casos como el de Don Rafael es de resaltar, ya que sin la formación académica musical de una escuela logró desarrollarse como un músico reconocido local, nacional e internacionalmente, la tradición familiar logró esas cosas en Don Rafael y con pocos recursos, imaginemos lo que hubiera sido de él con todos los apoyos requeridos, qué tipo de músico se hubiera formado.
Igual pasa en estos tiempos, la escuela no está formando los recursos humanos que se requieren para esta sociedad convulsionada y, la tradición y herencia cultural que construyeron los padres poco impacto tienen en sus hijos, se están perdiendo muchos oficios y saberes cotidianos que eran aprendidos de generación a generación y en familia, cada vez es más difícil encontrar zapateros, panaderos, sastres, afiladores de cuchillos, cocineros de alimentos tradicionales, etcétera.
Los saberes cotidianos no están trascendiendo y pareciera ser que no hay interés por recuperarlos, aún y a pesar de la inundación de información en redes sociales a las que se tiene acceso, sabemos de sobra que los oficios y las destrezas se aprenden en la práctica, mediante el ejemplo y la instrucción y estas generaciones no están dispuestas a ello, lo suyo es el contenido vacío de algunas redes sociales como el TikTok y sueñan con ser infruencers y hacerse ricos de la noche a la mañana por la cantidad de likes que obtengan milagrosamente, su referente en la música es el Peso Pluma y no Don Rafael Arredondo Arias por la cantidad de vistas en sus videos y, de ninguna manera, por su talento musical.
Felicidades a la familia Arredondo Maciel y demás personajes que tienen que ver con Don Rafael, merecido el homenaje y el reconocimiento a su trayectoria en la cultura musical de México y un referente y un ejemplo de vida para quien se quiera dedicar a este arte tan bello y motivante.
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]