TODOS DEBERÍAN TENER MIEDO DE DORMIR PROFUNDAMENTE
Por: Natalia Madrueño/ Colab/ TEN/ Cultura
Pasó una noche en que desperté deambulando en mi cuarto. En ese momento sentí cómo la piel se desprendía de mis músculos mientras un aire frío corría por en medio. No sabía qué pasaba, pero ahí estaba él, acostado en mi cama y usurpando mi cuerpo.
Desde entonces otro vive mi vida y mi espíritu no ha conseguido salir de Penumbra. Lo más triste es que nadie nota la diferencia.