En el Japón medieval, todos los samuráis tenían un maestro, pertenecían a una escuela, a quien eran fieles hasta la muerte.
Las luchas internas acabaron con varios maestros y sus escuelas.
Los discípulos y alumnos de los maestros muertos buscaban nuevos maestros que podían recibirlos o negarles la entrada; sin embargo, hubo muchos –hay una leyenda que cuenta de 47 samurái que se convirtieron en ronin luego de la muere de su maestro– que se mantuvieron sin maestro y se hicieron
vagabundos, otros se unieron para vengar la causa por la que su maestro fue obligado a aplicarse el seppuku, como el de estos 47.
Ser vagabundo no era una actitud honorable, pero dentro del código de honor era mejor serlo que buscar otro maestro y otra escuela.
Tampoco tenía amigos, si no eran los mismos de su escuela, pero, sobre todo, luchaba por una causa más personal.