El primer día de actividades gubernamentales en los municipios conurbados de la capital de Jalisco, inició con una peculiar manifestación de trabajadores de la pepena en el vertedero conocido como los “Laureles” ubicado en Tonalá y que a partir de este primero de octubre, cierra sus puertas.
El problema del manejo de los residuos domésticos y su confinamiento final, dio un giro impredecible, ya que el posicionamiento de los munícipes entrantes durante la toma respectiva de protesta, fue el de apoyar el cierre del vertedero que tuvo una vida útil de 22 años, recolectando los desechos de Guadalajara, Tlajomulco de Zúñiga, Tonalá y El Salto, un promedio de 1,500 toneladas por día.
Aunado a lo anterior, los recientes posicionamientos de diversos sectores zapopanos que al igual a lo externado por el municipio ribereño de Ixtlahuacán de los Membrillos, dijeron tajantemente NO, a la basura de la zona metropolitana de Guadalajara.
Las autoridades daban por hecho que un nuevo tiradero en el municipio de Tala, Jalisco sería la solución, sin embargo la presión social fue contundente y finalmente se resolvió abortar el proyecto, posteriormente, el presidente entrante de Guadalajara, Pablo Lemus, aseguraba que dadas las condiciones apremiantes, una solución inmediata era aprovechar el conocimiento que tiene acerca de Zapopan y propuso que fuera el tiradero de los “Picachos” en donde Guadalajara, depositara su basura, lo cual tampoco fue del agrado de los zapopanos.
A la negativa se sumó el ayuntamiento de Ixtlahuacán de los Membrillos, a 40 kilómetros de la capital, en donde los municipios conurbados de El Salto, Tlajomulco y Tonalá pretendían tirar sus residuos, sin embargo, la postura del municipio fue negativa.