CONTRASTES Y REALIDADES EDUCATIVAS
Por: Jaime Navarro Saras*
Para quienes defendemos la escuela pública y el papel que desarrollan en ésta maestros y maestras, nada es más doloroso y contradictorio que reconocer los contrastes educativos que se dan entre una práctica docente y otra, al igual que entre una escuela y otra; es cierto que el contexto, la formación y la actitud del colectivo docente, de estudiantes, padres de familia, directivos y autoridades educativas juegan un papel muy importante para que los procesos educativos se den o no con intención, claridad, celeridad, armonía, impacto y calidad.
Durante muchos años se ha estudiando el fenómeno de los porqué de las prácticas educativas diversas y, por más que se derrame tinta en informes e investigaciones, esto no logran impactar en la mejora educativa tanto en las formas como en las prácticas, lamentablemente muchas escuelas y docentes se casan con una forma de hacer las cosas y, aunque reformas vengan y se vayan, no logran impactar en los sujetos para que modifiquen lo que hacen mal y mejoren lo que hacen bien.
Y no es para menos, ya que este vacío de acciones acerca de la reflexión, análisis y posible innovación de la práctica educativa nos lleva a un laberinto confuso y sin salida, principalmente porque las múltiples prácticas que se identifican en una escuela o en un mismo grupo, como es el caso de las escuelas secundarias, el bachillerato y la educación superior, nos muestran que no hay consenso y tampoco acuerdos entre la comunidad educativa y así poder evitar contrastes entre la práctica de un docente y otro, así como entre las dinámicas educativas de una escuela y otra, independientemente que estén ubicadas en una misma zona geográfica.
Es cierto que en materia educativa no hay varitas mágicas o recetas únicas para aplicarlas en el trabajo docente, sino todo lo contrario, la práctica educativa es una construcción permanente de cada una de las acciones y éstas requieren constancia e intenciones definidas de acuerdo al contexto y la población que se atiende, ya que, lo que con un grupo funciona no hay garantía que funcione con el otro, debido a ello y para reflexionar e intentar mejorar el trabajo docente, es importante que los implicados en los procesos educativos tengan presente lo siguiente:
• Visibilizar, identificar y hacer conscientes las creencias y teorías que dan sentido al trabajo docente, aunque quienes ingresan al sistema educativo, llegan a las escuelas con una formación tanto de las escuelas Normales o con sus referentes de la docencia en su etapa como estudiantes; lo cierto es que la práctica docente de cada sujeto se va construyendo a través del ensayo y el error, así como de las reflexiones o la falta de éstas en el trabajo del día a día.
• Dialogar, analizar y compartir con los demás docentes experiencias, lo mismo las dificultades y soluciones que le van dando a éstas para comunicarse con los estudiantes y lograr que aprendan y se interesen por los contenidos de las asignaturas y la importancia del conocimiento en la vida.
• Que cada docente o agente implicado en los procesos educativas realice un examen de conciencia y como resultado de éste, tome el camino correcto a sus necesidades y motivaciones, si es con la educación y los intereses de niños, niñas y jóvenes, los caminos a construir serán simples porque cuando hay intereses comunes se crea comunidad, de otra manera, deberán encontrar aficiones y oficios que les llenen la vida y sean personas plenas, no importa que sean taqueros, choferes, empleados bancarios, vendedores o, tal vez, la profesión que ampara su título profesional.
Lo cierto es que la escuela requiere mirarse a sí misma y que, en ello, implique una transformación necesaria para que no se den tantos contrastes con las escuelas de enfrente o del barrio vecino, sabemos de sobra que muchas de las soluciones y mejoras escolares tienen que ver con los liderazgos efectivos de sus directivos y las supervisiones oportunas de las autoridades, ya que, uno de los grandes problemas es que la mayoría de veces no sabemos que está haciendo el docente en las aulas y tampoco la comunidad educativa en las escuelas, desgraciadamente se visibilizan un poco cuando hay problemas de bullying, acoso, violencia y fenómenos similares y, sobre todo, si docentes y directivos no siguen los protocolos establecidos, y cuyas acciones de las autoridades nunca apuntan a la solución de la realidad, sino a quemar a “los responsables” de las cosas, un poco como en los tiempos de la Santa Inquisición y, visto así, no se vale, principalmente para quienes todos los días están al “pie del cañón” en las escuelas haciendo o intentando hacer mucho con lo poco que se tiene… así las cosas.
Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]