ESTUDIAR EN LA ADOLESCENCIA
El conjunto de variables y factores que constituyen la pre y la adolescencia es algo que apenas identificamos desde la mirada de la Psicología y desde la Antropología, entre otras Ciencias Sociales.
En nuestro país, si bien hay aportaciones sobre el tema, mucho del saber es apenas hipotético y se ha construido a nivel de ensayo y con una base empírica poco sistematizada las más de las veces.
Ser adolescente y asistir a la educación secundaria, media superior o superior implica conciliar el conflicto y las particularidades del impulso biológico determinado por el desprendimiento de la infancia y por la neurosis de la generación adulta de quererlos preparar para la vida social y para ese tiempo verbal difuso de futuro que maneja parte del sentido de educadores y padres.
Mucha de la educabilidad de los estudiantes en la etapa de operaciones formales está relacionada con la exigencia de competitividad de los recursos humanos en el modelo de producción neoliberal característico de la economía mexicana.
Mucho de la propuesta cognitiva está alienada de origen.
Los déficit y rezagos escolares, el dominio de habilidades y competencias necesarias a la sobrevivencia de las instituciones escolares y de la planta productiva se ensaña más con los estudiantes de mayor déficit cognitivo y sociocultural.
Todos legitimamos un modelo de educación paralelo a un sistema de relaciones de producción desiguales e inhumanas.
Implícita o explícitamente, con voces en el desierto o silencios se naturaliza un modelo educativo de caricia de lomo de inteligencias emocionales y arrepentimientos incluyentes en una vida escolar predominantemente reproductora de las clases subalternas, invisible de las formas de hacer consenso social en el piso de relaciones económicas injustas, excluyente de los más.
Parece haber una educación a la medida de la perpetuación de la pobreza o de las masas de jóvenes cuyo destino laboral es el subempleo.
Ser adolescente es entonces tener capacidad de equilibración entre los impulsos individuales y las expectativas y asignaciones de una generación adulta que en estado de sobrevivencia, con dificultades, hace praxis del saber acumulado.
Ser adolescente es también hacer ajuste y acomodarse al contexto. Los medios digitales y el acceso masificado a medios de colonización poderosos como el Internet transforman la noción de adolescencia estática y al determinismo geográfico de impulsos y valores.
La pandemia y el aislamiento, la incomunicación y el impacto en las habilidades sociales definitorias de la adolescencia y juventud.
La globalización y el acceso a la información generan una atmósfera rica en estímulos que trasciende el proyecto formativo y la práctica de habilidades sociales como sucedía en la generación anterior al Internet.
Por eso el sentido de estudiar y de asistir a la escuela se ha transformado cualitativamente y se torna central la apropiación de habilidades en relación al uso y manejo de la información.
Hay mucho trabajo por hacer en esta dirección, porque el déficit de lectura comprensiva y la gestión de aprendizajes de manera autogestiva no son universales en el tramo formativo de los y las adolescentes en los niveles educativos donde concurren.
Por ende, no todos pueden aprovechar positivamente la disposición de la información en los medios digitales y fortalecer las áreas de conocimiento que cada uno requiere.
Navegar en las redes y obtener de ellas contenidos relevantes a las necesidades de los educandos, son tareas que la escuela tiene que formar, las búsquedas, el registro y la significación de los textos no se aprenden tan solo con indagar y saber teclear en los aparatos.
A esa generación de escolares que han nacido y han padecido la reproducción extensiva de saber y su accesibilidad requerimos equipar con habilidades de pensamiento para que de manera coadyuvante a las formas tradicionales efectivas de la escuela abonen a una educación equitativa y de calidad como es la propuesta institucional de la Secretaría de Educación Pública.
Educar a la adolescencia, una necesaria línea de evaluación institucional para identificar qué se está produciendo.
Observemos y participemos de la dinámica social mientras fluyen las manifestaciones con evidente intencionalidad política como las de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México a propósito de los 100 años del normalismo rural o a propósito del día del estudiante; por ejemplo, en algunas escuelas Normales como la de Tiripetío, Michoacán o en instituciones como la Universidad de Guadalajara, mientras fluyen las becas federales para apoyar a los jóvenes.
Ser estudiante, educarse en la adolescencia y juventud en ese terreno de arenas movedizas de la noción de futuro y de la necesaria formación política para ser actor responsable y un motor de los necesarios cambios en la sociedad mexicana.
Los textos y los proyectos de vida, las aulas universitarias, preparatorianas y secundarianas que debieran ser oasis de formación ampliada en todos los ámbitos que demanda la vida económica, social y política.
Educar la adolescencia, estudiar en este estadio de edad, la necesaria observación en la que devienen los proyectos escolares y las biografías académicas particulares, el necesario y comprometido apoyo que demanda la formación de las nuevas generaciones.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com