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GRITO Y NO ME ESCUCHAS

GRITO Y NO ME ESCUCHASGonzález, Emmanuel (2021). Grito y no me escuchas. Universo de libros

¿Cuáles son los espacios narrativos apropiados para escribir una novela acerca de un joven que llega a Guadalajara sin dinero, sin apoyos, y con muchos sueños? ¿En qué puede emplearse y dónde habrá de vivir mientras encuentra empleo? con apenas dieciséis años, el personaje de Grito y no me escuchas comienza por acercarse al centro de la ciudad, para encontrar un lugar donde dormir. Al amanecer su instinto lo lleva a los alrededores del Mercado de San Juan de Dios, donde se sumerge en el ambiente propio de un sitio de mercaderías: películas piratas, celulares robados, mujeres maquilladas en exceso y con tacones altísimos.

Con un metro ochenta de estatura, juventud y bíceps, el empleo como cargador fue una consecuencia natural. El Mercado Libertad/San Juan de Dios es el trasfondo de acciones sumatorias para ganar buena estima por parte del patrón, quien desea ayudar a ese joven movido y atento a las necesidades del negocio. La Calzada Independencia se queda atrás: ahora Venki se convierte en mesero de un antro, en el cual habrá de pasar por varias etapas, como la de bailarín, por ejemplo.

El espacio de la novela se transforma, ahora son los barrios bajos, la vida nocturna, los negocios de mala muerte y aquellos de apariencia más fina, pero con la misma podredumbre. El joven se transforma, se llena de dinero y puede ahorrar. Las áreas narradas pueden ser reconocidas por sus pormenores: fachadas, prácticas de ingreso, zonas de estacionamiento. La atmósfera se enrarece: es la de la prostitución.

La historia sufre una transformación cuando el protagonista ingresa a la escuela de medicina. Ahora más que espacio es atmósfera. Los discursos médicos se apropian de los apartados del libro en voz de los profesores, los compañeros, los aspirantes a una carrera que lo promete todo e ilusiona a tantos. El lector se instala como testigo, las anécdotas fluyen, gozosas, para regocijo de quien recorre las páginas.

GRITO Y NO ME ESCUCHASGrito y no me escuchas de Emmanuel González es un retrato fiel de la vida universitaria, con sus maestros de vocación férrea y los políticos allegados de falsa actuación académica. Están allí las personas de corazón noble y también los de bolsillo presto a llenarse con el sufrimiento de otros. El apostolado del médico se anuncia. Con crudeza: “Ustedes no tienen derecho a comer, no tienen derecho a dormir” (p. 69), los demás son primero en todo momento.

El sacrificio del médico y la trasnochada del bailarín conviven en la existencia de Venki, personaje que causa la empatía suficiente como para querer leer completa la segunda novela escrita por un perito médico, Emmanuel González, cuyas jornadas de trabajo pueden darle a conocer estos y otros espacios tapatíos, para traerlos a la página y hacernos sentir la urbe de contrastes que habitamos desde hace más de 480 años, y que cada vez pierde más su horizontalidad, para convertirse en un filoso colmillo vertical que desangra la tranquilidad. (Silvia Quezada)

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