UNA ESTRELLA EN EL MERCADO ALCALDE
Se llama Alejandra y tiene los cabellos quebrados como las corrientes de un arroyo.
Su delgadez lleva a su espíritu como el viento estival entre las ceibas citadinas.
Ella canta y se dice artista urbana, pero su voz es de un tono que lleva hacia algo más, como las jaculatorias que tienen la intención de elevar el alma, de hacerla más ligera, de predisponerla a una experiencia en otro nivel de la conciencia.
Debería tener un lugar en el teatro Degollado. Estoy seguro que quienes la escucharan se levantarían de sus asientos para aplaudir y decir “¡Bravo, bravo!”, no a sus canciones, que son conocidas por todos, sino por su estilo, un estilo trovadoresco romántico con el que entona esas piezas musicales que fueron aclamadas en los años de la trova y que en su voz nos evocan aquellas
nostalgias por la libertad, la revolución, la vida, la muerte, la heroicidad.
Pero los asuntos sociales cambiaron y aquello que era motivación para sentir esas ansias de liberarse de las ataduras sociales, de buscar formas de expresión libertaria, se las fue deglutiendo el sistema social hasta hacerlas anodinas, como las de Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Alberto Escobar (de grata memoria), y en su voz lírica hay una renovación que trae al presente aquellos tiempos.