ORBE

ARDE PARÍS

ARDE PARÍSPor: Luis Rodolfo Morán Quiroz*

La novela histórica publicada en 1964, de Larry Collins y Dominique Lapierre, plantea esta misma frase como pregunta. En estos días, no sólo París, sino otros 220 municipios en varias ciudades han estado envueltas por el fuego y los disturbios desencadenados por el asesinato, a manos de la policía, de Nahel, un joven de 17 años de origen argelino y de nacionalidad francesa. La obra ¿ARDE PARÍS? debe su título a la pregunta que Hitler planteara a sus generales el 25 de agosto de 1944, tras haber dado una orden perentoria: “París no debe caer en manos del enemigo o, por lo menos, el enemigo no debe encontrar más que un montón de ruinas”. Quien debía cumplir la orden era el general Dietrich Von Choltitz. La instrucción era destruir París comenzando por sus monumentos más importantes, además de arrasar con barrios y personas que ofrecieran alguna resistencia al ejército alemán. Como Choltitz no llegó a cumplir la orden, suelen decir los guías de turistas que muchos de los monumentos en la denominada Ciudad Luz, existen todavía gracias a él.

ARDE PARÍSEs irónico que París arda desde fines de junio 2023 por manos de sus propios habitantes y no por un ejército de ocupación, sino a raíz de los disturbios desatados por los propios habitantes de ésa y otras ciudades francesas como Toulouse, Lille y Marsella. Y resulta sintomático que en una fecha tan cercana al 14 de julio, en que se celebrará el inicio de la revolución de 1789, con su lema de “libertad, fraternidad e igualdad” estas manifestaciones violentas expresen una indignación por el trato desigual que se da a buena parte de sus poblaciones. Las tradiciones de protesta y cuestionamiento, asociadas a la cultura francesa, se han convertido en parte de las actuales expresiones violentas en especial en los barrios en los que el énfasis en la diferencia cultural, de origen, religiosa, se ha convertido en motivo para la discriminación y no sólo para el orgullo en identidades fragmentadas

La gota que derramó el vaso esta vez fue la muerte del joven argelino, pero la situación es bastante similar a la de los disturbios de 2005, cuando se suscitó la muerte de dos jóvenes de origen musulmán en un barrio de París. En aquellos disturbio, Sarkozy llamó “escoria” a los primeros manifestantes, lo que exacerbó las expresiones de protesta. En esta ocasión, Emmanuel Macron ordenó a las fuerzas policiales restablecer el orden. En el momento de redactar estas líneas, al menos 1,300 personas habían sido detenidas en distintos puntos del país. Más de cuatro mil incendios en el país se convirtieron en un reto más para el restablecimiento del orden, pues los manifestantes atacaron coches, empresas comerciales y edificios públicos. Para un análisis de la situación, puede consultarse: (https://www.20minutos.es/noticia/5143019/0/por-que-arden-calles-francia-muerte-joven-policia-nanterre/).

ARDE PARÍSEn este conflicto y en estas manifestaciones airadas observamos la expresión de emociones como indignación, frustración, paciencia rebasada, miedo, que se convierten en acciones para oponerse a la represión, a la discriminación y a la violencia por parte de agentes del Estado como el policía que disparó contra el joven Nahel. En buena parte, estas emociones expresadas tienen un correlato en emociones previamente reprimidas y en resentimiento social frente a las acciones u omisiones de un estado que no ha sido capaz de disminuir las diferencias en un país que llama al ejercicio de un “espíritu francés” pero para el que da pocas oportunidades a los inmigrantes y a sus descendientes.

Como señalan diversos analistas (por ejemplo: https://www.infobae.com/america/opinion/2023/07/02/quien-se-siente-frances-la-exacerbacion-identitaria-detras-de-la-furia-callejera-que-sacude-a-francia/#:~:text=El%20modelo%20republicano%20francés%20se,a%20través%20de%20la%20escuela), el problema de la ciudadanía y la identidad con franceses se complica en su país a raíz del énfasis en las raíces de diversos grupos que interactúa en esas sociedad multicultural. En cuanto a la diferencia, ésta puede ser percibida como amenaza a la cultura a la que pertenecen distintos grupos e individuos. La diferenciación en Francia remite a identidades que resaltan sus raíces en otros espacios fuera de Francia y por lo que muchos grupos de ciudadanos y connacionales fránjese son vistos como “exóticos”. A la vez, quienes comparten esas raíces se sienten orgullosos de sus orígenes, además de su orgullo francés. Incluso existen todavía vestigios de las raíces regionales que se mezclan y a la vez se distinguen de la identidad como franceses. Un ejemplo que ilustra esos orgullos regionales lo vemos en la tira cómica de Asterix: el orgullo regional de LAS GALIAS contrasta frente a la llegada de los francos y de los romanos invasores. Ciertamente, Lutecia no fue una ciudad que pudiéramos considerar imagen de una identidad latina “pura”, al igual que sucede en muchas otras sociedades que destacan sus diferencias étnicas, lingüísticas, de clase. Entre ellas, podríamos pensar en las identidades regionalistas de nuestro país, o en otros casos asociados a otros países y nacionalidades. Por ejemplo, las identidades religiosas y étnicas de los kurdos y los alivies siguen siendo objetos de debate no sólo en Turquía, sino en territorios nacionales colindantes que en algún momento fueron parte del imperio otomano.

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