¿PARA QUÉ ESCRIBEN LOS QUE ESCRIBEN?
Si el que escribe solamente es responsable ante el lenguaje, como dice Malva Flores, su mensaje, de acuerdo a la teoría de Jakobson, está en la función poética, en la que lo importante es el mensaje mismo, pero el que escribe no tiene solo la intención de escribir, pues si así fuera lo que escribe sería para su diario personal, así que al publicarlo lo hace con una doble intención: la personal, como un mensaje informativo o directivo dirigido a todos los posibles lectores, y la social, como un mensaje informativo con implicaciones que afectan a los receptores.
Confesiones de los estados del alma personal serían esos escritos en los que el que escribe solo sería, si esto fuera posible, responsable ante el lenguaje, pero –siempre hay un pero– el lenguaje fue creado con fines de comunicación, de informar al otro o a los otros algo que será de su interés, que incluso podría salvarle la vida al momento de escucharlo.
2 Los pensadores franceses posteriores a la II Guerra, de pensamiento liberal marxista, y con preferencias sexuales diferentes, conocedores de la persecución moral y jurídica contra esas prácticas, no podrían abrir sus corazones, a menos que desearan que la sociedad las mostrara en una pica.
Tal temor influyó no solo en su manera de actuar, también en su manera de pensar y consecuentemente en su argumentación filosófica. En razón del temor, anularon primero al yo de los escritos de creación, pero como eso es casi imposible, hicieron una división entre autor y narrador.
En un relato –cuento, novela– dicen que el que narra es distintos del autor, premisa que fijó la visión del crítico literario.
Al anular al autor, le dieron importancia primero al narrador de la historia que, al fin de cuentas, no se podía esconder cabalmente, con las consecuencias sociales temidas.
Ante el imposible ocultamiento del corazón del autor, decidieron hacer el asunto más abstracto y entonces enfocaron la atención al lenguaje.
El autor de todos los relatos del mundo es, hoy, el lenguaje.
Exaltar al lenguaje fue una clave muy muy importante, pues de esta manera el autor de relatos queda afuera de toda apreciación biográfica, se suspende la posible persecución a la estaría expuesto si se reconociera que el autor y el narrador son la misma persona.
Muchos relatos suspendidos porque sus autores mostraban marcadas tendencias homosexuales, tanto en sus cuentos y novelas como en su trato social, empezaron a publicarse, considerándolos como rescates literarios valiosos, joyas literarias apenas reconocidas.
3 La afirmación de Malva Flores, “El autor sólo es responsable frente al lenguaje”, nos habla del solipsismo, muchas veces pesimista, de los autores de relatos, que podría extenderse a todo aquel que emita un mensaje, hablado o escrito.
Establece dos mundos diferentes, pues el autor sólo escribe o habla sin importar lo que quiera decir, mucho menos lo que el receptor entienda; queda como el creyente ante su confesor, y el receptor, siguiendo las ideas de la filosofía cognitiva, se queda ante su propia interpretación.
La consecuencia, paradójica en boca de una autora que escribe para comunicarse y ser reconocida por los demás, es la incomunicación, en primer plano y la estandarización del solipsismo o narcicismo en segundo lugar.
En la era de la información, los hombres y mujeres viven aislados, incapaces de entender lo que los otros dicen, pues, al fin de cuentas, lo único que existe en este modo de pensar es la interpretación de lo interpretado; como quien dice cada quien crea su propia realidad El hombre y la mujer actuales, según la declaración de Flores, viven en sus burbujas en las que nada entra ni sale.
Entonces, desde esta perspectiva, para el ser humano aislado, solo, el que no sabe realmente nada de nada, el mundo le es ancho y ajeno.
Entonces, ¿para que escriben lo que escriben?