Entre 1979 y 1990, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (de Nicaragua) puso fin a la dictadura de la familia Somoza y fue protagonista de una prolongada guerra civil financiada por el gobierno de Estados Unidos. Augusto César Sandino (1895-1934), en realidad llevaba el nombre de Augusto Nicolás Calderón Sandino y fue reconocido por los fundadores del Frente (FSLN) por su lucha contra la ocupación estadounidense, que controlaba Nicaragua desde principios del siglo XX. El FSLN se fundó tras la disolución del Movimiento Nueva Nicaragua, en 1961. El 19 de julio de 1979, la junta de gobierno de reconstrucción nacional ingresó a Managua, encabezada por Daniel Ortega y formada también por Sergio Ramírez, Violeta Chamarro, Alfonso Robelo y Moisés Hassan. El gobierno sandinista fue asediado desde Honduras por mercenarios pagados por Estados Unidos, a los que se denominó “la contra”, aunque sin éxito. La revolución y el gobierno sandinistas fueron calificados por muchos años como dignos representantes de las aspiraciones del pueblo nicaragüense.
Aun cuando de manera algo soterrada a pesar de las denuncias que se hacían llegar a otras partes del mundo, el régimen de Daniel Ortega no fue tan democrático ni tan tolerante con sus críticos y opositores como se esperaba. Al menos desde 2018 se han suscitado protestas contra el régimen encabezado por Ortega y se han denunciado violaciones a los derechos humanos, además de juicios a puerta cerrada contra opositores del gobierno de Managua (https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60348466). Dados los antecedentes de autoritarismo y arbitrariedad, las declaratorias de retirada de la ciudadanía nicaragüense en contra de más de 300 opositores en meses recientes no resultan una sorpresa, aunque sí son una manera de exiliar a sus críticos poco frecuente. En New York Times ha dado seguimiento a esta escalada a lo largo de varios años. Un ejemplo de cómo ha actuado el gobierno de Ortega se puede leer aquí: (https://www.nytimes.com/es/2019/12/27/espanol/manifestaciones-nicaragua-masaya.html).
Una noticia reciente en el ámbito de la educación es el cierre de los planteles fundados y administrados por la orden de la Compañía de Jesús. Esta orden ha continuado con su empeño educativo a pesar de que el mismo rey de España los expulsara de sus territorios en el siglo XVIII. La tenacidad de los jesuitas ha dado lugar a diversos episodios de represión o descalificación por parte de algunos gobiernos. Cabe comentar que los jesuitas fueron expulsados del imperio español entre 1767 y 1816. Es de hacer notar que la Escuela Preparatoria de Jalisco, que fundó la Universidad de Guadalajara, se encuentra en lo que fuera el Colegio de San José. La incautación de los planteles educativos jesuitas se justificó por el régimen de Ortega en Nicaragua con el argumento de que la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA) funcionaba como centro de terrorismo organizado grupos delincuenciales. Se incautaron bienes inmuebles, muebles, dinero en moneda nacional o extranjera de las cuentas bancarias inmovilizadas, productos financieros en moneda nacional o extranjera, según la nota de El País (https://elpais.com/internacional/2023-08-16/ortega-y-murillo-acusan-de-terrorismo-a-la-universidad-centroamericana-y-ordena-incautar-todos-sus-bienes.html).
Prácticamente de la noche a la mañana, unos cinco mil estudiantes de la UCA quedaron en la incertidumbre respecto a si podrían continuar su preparación. Unos 600 de ellos se reinscribieron en la Universidad Americana, controlada por el ejército nicaragüense. Sin embargo, a las pocas horas les negaron el acceso incluso a los estudiantes previamente inscritos. Son ya 27 las universidades incautadas por el régimen de Ortega en Nicaragua en años recientes. A partir del 17 de agosto de 2023 se le cambió el nombre a la UCA por Universidad Nacional Casimiro Sotelo. La Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús declaró que “La confiscación de facto a la UCA es el precio por pagar por la búsqueda de una sociedad más justa, proteger la vida, la verdad y la libertad del pueblo nicaragüense, en consonancia con su lema: ´La verdad los hará libres´ (Juan 8, 32)”(https://www.infobae.com/america/america-latina/2023/08/23/el-drama-de-miles-de-estudiantes-que-quedaron-a-la-deriva-tras-la-confiscacion-de-la-universidad-jesuita-por-el-regimen-de-daniel-ortega/).
Las agresiones a la Compañía de Jesús no son tampoco cosa reciente en Centroamérica. Un caso notable fue el asesinato de varios jesuitas en 1989 en El Salvador. Para este caso, el Center for Justice and Accountability interpuso una querella en 2008 y han sido imputados 14 exoficiales salvadoreños, mientras que el expresidente Alfredo Cristiani Burkard sigue en calidad de indiciado (https://cja.org/espanol-9/el-salvador-el-caso-jesuitas-3/). La participación de los jesuitas en el mundo de la educación no es menor. Ortega se enfrenta no sólo a esa orden católica, sino a una serie de instituciones que han realizado labores educativas a lo largo de décadas. Llevaban ya sesenta años en Nicaragua y en algunos países su presencia ha sido constante y creciente. Tan solo para ubicar el contexto, la Red global jesuita en 2020, contaba con: