Philip K. Dick realiza un planteamiento cruel, el triunfo de Hitler sobre los Aliados, y tras la hipótesis nos describe una sociedad actual como la vivimos, pues para él no hay diferencia en el ganador: la sociedad ha tomado los rumbos que los nazis definieron en el transcurso de la Guerra.
El pensamiento dominante, impulsado por la burguesía dueña del mundo a través de las ideas de los intelectuales a su servicio, ha impuesto a dos filósofos como los dos pensadores del más alto renombre: Schopenhauer, con su idea de que la vida es dolor y hay que sufrirla, y Nietzsche, para quien hombres y mujeres están perdidos en el mundo de las apariencias.
Aunque las luchas a las que se refiere Tolkien han sido ganadas por los elfos y los hombres, en realidad ha sido Sauron el que las ha ganado, pues en su derrota ha encontrado su victoria.
Cualquier persona que viva en Guadalajara sufre la actitud de la burguesía económica y la burguesía política.
El dueño absoluto de las vidas de los ciudadanos del Estado está en encarnado en la figura del Gobernador, ahora socio de los burgueses que implantan sus creencias y sus ideas a través de los medios de comunicación –como lo planteó Orwell en su famosa novela de anticipación.
La sociedad jalisciense, por default, es una sociedad retrógrada, conservadora de los valores que han tenido vigencia desde el siglo XVIII.
Cuando Gandalf habla con Frodo del anillo más poderoso, le refiere la historia de la formación de los anillos de poder que los elfos hicieron para darle el poder a los distintos representantes de los habitantes de la Comarca; allí, Tolkien define su imaginación utilizando el mejor recurso de la narrativa, la especificación, el detalle, que son los indicios que nos llevan a entender que lo que le pasa a Frodo les pasa a todos los seres humanos.
Frodo y sus amigos, Gandalf y su lucha contra Saruman, que siendo de la comunidad blanca se pasa al servicio de Sauron; Gollum, el que encontrara el anillo poderoso y luego se lo regalara a Bilbo que a su vez se lo regaló a Frodo, a instancias de Gandalf, son los personajes que llevan el hilo del relato a través de una historia que pasó, pero que pasará: el pasado que se vuelve futuro.
“Volverán las oscuras golondrinas…” dice el poeta allá y entonces, un allá y entonces que se convierte en una promesa que se realizará en un futuro cercano, como la propuesta de Tolkien en esta saga.
Lo que ocurrió en el pasado, pasará en el futuro si no lo arreglas.
No hay metáforas en El Señor de los Anillos, hay imágenes que se suceden de manera episódica para entregarnos un conocimiento que si no se atiende será parte del peso negativo, y entonces, como le dice Gandalf a Frodo tú serás el responsable de lo que pase, sólo por tener el anillo y no querer soltarlo.
No son palabras tan sólo, indirectamente está la orden: suelta lo que tienes para que todo vaya bien, en el entendido de que mantenerlo te hace responsable de lo que pase por ello.
Si pensamos que la literatura tiene como referencia a lo posible, nos encontramos con un autor que mira hacia adelante con el miedo causado por esa visión de los hechos, pero que mira hacia el frente teniendo en cuenta lo que ha visto con anterioridad.
El huevo de la serpiente es transparente, dice Bergman; podemos ver a través de la membrana que recubre el desarrollo del feto. Así la vida en el presente. Podemos ver los signos, los indicios, y si no podemos descifrarlos solo tendremos el corazón enjuto por el miedo, como le pasa al común de los habitantes de esta ciudad.
En los dos primeros capítulos de este tomo uno, Tolkien nos muestra condensadamente toda la historia que irá desarrollando a lo largo de las mil cuatrocientas páginas que contienen el relato de esta lucha entre el bien y el mal que se ha prolongado a la vida real.
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