PIZCAS DE PERCEPCIÓN
Ella lo veía con dulzura, sonreía mientras compartían el vino y el pan acompañados de sus mejores amigos y su familia. La confianza en el otro se va en cuanto el amor, que es un acto de fe, se corrompe.
Ella sintió un enorme bochorno, las mentiras le subieron y bajaron más de una vez de los pies a la cabeza y viceversa. A ella se le adelantó el dolor y la tristeza, se ahogó desde antes con sus enormes suspiros.
No es tan fácil tolerar una traición, así que se alejó y fue a buscar, para él, el árbol más frondoso del jardín.
De un mito
Una tarde de septiembre, entre sonrisas y café en mano conocí a un hombre que con su canción calmaba bestias y dotaba de sensibilidad algunas piedras. No debía mirarme y no debía mirarlo, pero su voz era tan hermosa que no pude evitar admirarlo. Entonces mi suspiro.
Cuando llegó el silencio y se viró para encontrarme, ya nos habíamos perdido para siempre, y aunque sus ojos negros y profundos se encontraron con los míos que ya lo amaban, tristes los dos, aceptamos
que no podíamos pertenecernos. Él tenía a su Eurídice y yo a mi Orfeo.