CULTURA

COSAS DE CALACAS

COSAS DE CALACASGénero Literario: Thriller. No apto para gente seria.

Литэратура # 22

Por: Carlos Martínez Valadez

Cuando nos alimentamos apropiadamente; durante el metabolismo el organismo adquiere de los alimentos lo necesario para sostener el equilibrio fisiológico a lo largo de la vida. Uno de esos elementos es el calcio. Nuestros huesos requieren de ese mineral en toda nuestra existencia. Contrario a lo que dice la biología de que el calcio para fijarse al hueso necesita vitamina D. No es cierto; no es tal, solo ocupa unos tragos de tequila.

Cuando la vida de alguien llega a su fin, todo el cuerpo se degrada. Solo quedan los huesos. Cuenta la leyenda que cuando el cementerio de “Agua Escondida de Mexicaltzingo” fue abierto, puesto en servicio allá por 1830; al paso de los años la mancha urbana lo envolvió y delimitó con bardas. Parte de algunas tumbas quedaron fuera de la colinde y por tal razón, los muertos y sus cascarones agraviados frenaron su proceso de degradación mineral del calcio, la cual es muy lento. Un esqueleto se consume por el tiempo en aproximadamente 90 años.

COSAS DE CALACASLos esqueletos “al ver que quedaron excluidos de la santificación que da la tierra santa de un camposanto que permite la santa disolución de los huesos santos rumbo al santo cielo” iniciaron lo que sería “La Primer Santa Manifestación Calaquera” de la historia en la Guadalajara de 1905.

Esta, es la dramática historia:

Cuenta la leyenda que Don Felipon Corcuera y su distinguida esposa Doña Benita Caloca de Corcuera, fueron a una tertulia allá por el exclusivo barrio de la colonia postes cuates de nuestra ciudad y Don Felipon quedó atrapado en un juego de naipes. Lúdico por naturaleza había apostado todo lo que traía en moneda plata. Las señoras, distinguidas damas de sociedad en compañía de Doña Caloca, admiradas y preocupadas veían como Don Felipon perdía su capital cuyas ilustraciones en los naipes no le favorecían. Visiblemente molesto le dice a su mujer que le preste el costoso collar de perlas para jugar la última partida al todo o nada. Doña Caloca le dijo que no. Todavía más molesto se levantó de su silla al tiempo que daba un manotazo hacia su derecha tirando un candelabro con velas ubicado en una mesita… Su caída provocó el fuego a una cortina y rápidamente el incendio se propagó. Quedaron todos atrapados… quedaron todos calcinados.

COSAS DE CALACASAl paso de los días fueron velados y sepultados en la periferia del cementerio de Agua Escondida de Mexicaltzingo, aun sin bardas, solo una modesta hilera de arbustos hacía las veces de límite. Lo anterior aconteció en 1870.

Pasaron los años y las bardas fueron levantadas según exigencias del municipio. Un aproximado de decenas de tumbas quedaron fuera y solo una cuadrilla de alarifes atinaron a echarle más escombro y tierra para borrar toda certidumbre de que allí, hubo una sacrosanta fosa.

En ese mismo año de 1905 se dio el extraño fenómeno de un eclipse lunar, y al tiempo que la bruma descendía al ras del suelo, la luna se ocultaba por la sombra de nuestro planeta. Un rumor apagado evidenciaba a la gente que desde las calles atestiguaron el hecho que envolvía misterio. Pero algo extraños flotaba en el ambiente, una humedad y un olor fétido inundaba las calles… los perros empezaron a aullar y los pajaritos asustados revoloteaban en sus jaulas sin razón.

COSAS DE CALACASNadie fue testigo de lo que en ese momento ocurría a las orillas del recién bardeado panteón: Manos huesudas asomaban por la húmeda tierra, cabezas descarnadas huecas asomaban reconociendo el lugar. Un esqueleto salía del agujero… hasta las ratas de cuatro patas huían del miedo… dos… seis… veinte calacas… y más, empezaron a salir y avanzar por los bordes del cementerio. (De esta lúgubre leyenda tapatía se inspiró John Landis director para producir el videoclip “Thriller” de 1982 con Michael Jackson. Aun dado el éxito del mencionado videoclip, las regalías nunca fueron cobradas por nuestra ciudad Guadalajara).

COSAS DE CALACASLas calacas se reunieron en masa sin articular palabra (no podían) y ya en abierta rebeldía iniciaron su manifestación –pacifica- por las calles. Tomaron la Calzada entonces empedrada rumbo a lo que entonces era el Puente de las Damas –La Paz y la Calzada-, cruzaron por encima del arroyo para no mojarse y enfilaron hacia el norte. Al frente de esta espeluznante comitiva iba, Don Felipon Corcuera y su distinguida esposa Doña Benita Caloca de Corcuera, su collar de perlas la reconocía tomada del huesudo brazo de su esposo. Lastimosamente caminaban haciendo rebotar el hueso calcáneo del tobillo con las piedras. La gente despavorida entró a sus casas y otros corrieron aterrorizados… los perros les ladraban al paso y los mismos firulais al pendiente por si se le caía un hueso a algún esqueleto para roerlo con furia… (Y con hambre).

Después ya casi al amanecer llegaron a la puerta del Panteón de Mezquitan, allí los recibió el velador, curado de espantos y con media botella de tequila en la panza empezó a dialogar con ellos con un: “¿En qué les puedo ayudar?” Con señas huesudas le hicieron comprender su inconformidad buscando asilo en ese camposanto… el velador, después de echarse otro trago de tequila les dice: “Pásenle, aquí hay lugar… encontrarán en todo el panteón tumbas abiertas, allí aviéntense” Era urgente que todas las calacas estuvieran “entumbados” antes de que saliera el sol. El velador, botella en mano solo veía como a las calacas se las tragaba la tierra.

COSAS DE CALACASAl final la pareja formada por Don Felipon Corcuera y su distinguida esposa Doña Benita Caloca de Corcuera en agradecimiento, la calaca, señora Caloca se quitó el collar de perlas, lo extendió por su huesudo brazo y se lo entregó al velador, mientras “una mirada leída en las cuencas en donde alguna vez hubo ojos” le decía: “Gracias”.

Feliz, el velador collar en mano, salió del cementerio, apenas salió el sol… se dirigió a la cantina “El último trago” ubicada en la esquina de las calles Mezquitan y Chihuahua (era cantina de 24 horas), llega le pide al cantinero otra botella de tequila; lo invitan a jugar una partida de naipes… juega, va perdiendo todo el dinero que trae. Saca de su bolsillo el costoso collar de perlas de la calaca Caloca para apostarlo… y les acaba de decir a los jugadores sucios, barbudos y mal encarados que estaban con él chupando y apostando: “Y les juro que así fue como me regalaron este collar”… ¡Va! ¡La última partida, todo o nada! … ¡Saalud!

Cosas de Calacas

Autor: Carlos Martínez Valadez, Julio de 2023.

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