El arte es la manifestación concreta del espíritu del que lo elabora.
Aunque lo realiza una sola persona. La expresión representa al grupo social en el que el artista se desenvuelve.
Quiérase que no, en él se pueden observar los deseos, las posibilidades, que quiere ver logrados en un futuro próximo.
Y aunque esos deseos están allí, lo que nos atrae son las formas, el ritmo, la composición contenida en un marco del que no se puede salir, pero que ancla la dinámica del movimiento, el ansia del espíritu por ir más allá de los límites marcados.
Los cuadros horizontales nos remiten a un paisaje, un espacio en el que la figura se multiplica, en el que hay una convivencia, un compartir las emociones que los deseos causan.
El espíritu viejo no tiene movimiento, se sitúa como una piedra, como un árbol, afectados por los hechos externos, “sufren” lo que su circunstanciales provoca.