Organismos, como chinches o ácaros, no sólo son plagas por sí mismas, sino que también sirven de incubadoras de otros microorganismos que, de igual manera, se reproducen con mayor facilidad en climas cálidos.
El aumento en la temperatura, provocado por la urbanización y el cambio climático, ha facilitado que organismos como ratas, mosquitos y arácnidos se adapten a estos ecosistemas y se reproduzcan con mayor rapidez, convirtiéndose en plagas que pueden representar daños a la salud humana.
Este riesgo a la salud se puede manifestar con el crecimiento de estas plagas, además de ácaros, que encuentran en el calor y la suciedad de las ciudades las condiciones ideales para adaptarse y reproducirse, declaró el doctor Jaime Reyes Hernández, investigador del Departamento de Producción Agrícola, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG.
“La temperatura hace que acorten sus ciclos biológicos, viven menos, pero eso les da la capacidad de multiplicarse más en poco tiempo”, detalló.
“El calor induce la reproducción, hace que los insectos pongan más huevecillos y acelera su madurez reproductiva”, agregó.