DESAPARECEN CENTENARES DE PLACAS FUNERARIAS EN EL PANTEÓN NUEVO.
Primero fueron las imágenes religiosas las que fueron desapareciendo, crucifijos, herrería y ornatos que conformaban en conjunto la arquitectura lapidaria del panteón Guadalajara, mejor conocido como panteón nuevo, que de eso, (solamente lleva el nombre) ya que cumple medio siglo de haber sido acondicionado ese espacio para el servicio funerario en la ciudad.
Ubicado al Oriente de la capital jalisciense, en la colonia La Esperanza, es considerada uno de los más grandes de Guadalajara; sin embargo, las limitaciones del gobierno municipal tapatío, en torno a la seguridad, mantenimiento, cuidado y vigilancia que inhiba acciones vandálicas dentro del cementerio, simplemente no existen.
Curiosamente existe un nuevo fenómeno destructivo, que pasa desapercibido para el personal administrativo, policial y sindical que allí labora; no así para los dolientes, quienes al visitar a los difuntos depositados en este campo santo, encuentran dificultad para identificar el lugar donde descansan sus muertos.
Y es que, a últimas fechas las placas lapidarias que son colocadas en las tumbas, han desaparecido de cientos de sepulcros, dejando un mudo testimonio de la depredación sacrílega que allí se comete.
Entrevistada por Todo en Noticia, la señora Georgina, quien constantemente acude al “panteón nuevo”, señaló que desde hace algunos años, dentro del lugar ocurren desmantelamientos de las criptas, sin que nadie dentro del cementerio se responsabilice, “primero fueron las flores o las coronas las que desaparecían, posteriormente se llevaban las imágenes de fierro vaciado y otras herrerías, pero ahora sucede lo mismo con las placas de granito que se colocan con los nombres de los finados, las que se están robando”, dijo.
El problema va más allá de la incapacidad de las autoridades municipales quienes cobran a los deudos por el derecho a sepultar los cuerpos, mismas que se deslindan de la presencia de los trabajadores sindicalizados, que todos los días realizan actividades interactuando con los familiares dolientes, a quienes les son ofrecidos desde los espacios, los trabajos de albañilería, la contratación de servicios; mismos que no reconoce la autoridad municipal.
Sin contar además que ingresan durante el horario establecido de las 8.00 am a las 18 horas, vendedores de agua para los floreros y acondicionamiento de las tumbas, grupos de músicos y mariachis que se mantienen alerta ante cualquier doliente que pretenda dedicar la “ultima canción a su finado”, entre otros personajes que acuden cotidianamente al panteón en busca de obtener algún beneficio económico.
Aparentemente, la repercusión no debería ser gravosa, tomando en cuenta que se trata de pedazos de granito. Sin embargo, los costos de estos implementos en el mercado lapidario varían dependiendo de los tamaños, materiales y diseños con que sean manufacturados, (granito vaciado, bronce, latón, cerámica decorada, cantera, ónix y hasta mármol).
Las placas mas comunes que se utilizan son las de granito vaciado, y las medidas van de los 30 x 15 x 3 cm, 30 x 25 x 3 cm, 35 x 30 x 3 cm, hasta medidas mayores al 30 x 100 x 3 cm; cuyos precios van desde los 350 pesos (las más básicas y pequeñas), hasta otras que superan varios miles de pesos. El costo de las placas comerciales a que nos referimos, tienen un valor promedio en el mercado, de entre 860 y 1,400 pesos cada una.
Ante los señalamientos que algunos visitantes de este panteón, hacia el personal sindicalizado quienes son los que mayor actividad desempeñan en esta área de trabajo, varios de los abordados por este medio, se negaron a comentar sobre el particular, limitándose a decir que fueran a la administración del cementerio a poner sus quejas.
