«EL MANDADO NO ES CULPADO», CUANDO SE OSTENTA UN PODER
Así versa un dicho popular, y al parecer es aplicable en el desempeño de muchas actividades cotidianas, cumpliendo más con disponibilidad y obediencia, que con la preparación profesional o años de estudio.
Ejemplo de ello es apreciable en el ingreso principal del área administrativa de la Sub Delegación Juárez del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) anexa a la clínica #1, en Guadalajara.
En este lugar (ingreso principal) la responsabilidad de organizar a los asegurados que pretenden realizar un trámite o queja ante la institución, recae en un guardia de seguridad privada, quien de manera celosa cuida el ingreso al inmueble, más aún, reparte fichas, da información e indicaciones referentes al protocolo que debe respetarse en esa oficina.
Como dice el dicho muy mexicano, «quien es mandado no es culpado», ya que durante el turno en que es requerido como encargado de esa actividad, el guardia de seguridad privada se desempeña con lealtad a las indicaciones del encargado de esa oficina de trámites.
Sin embargo, hay otro dicho que asegura «No tiene la culpa el indio sino quien se lo hace compadre» y viene al tema, derivado a que mientras cientos de personas se deben formar en una de las siete filas que tienen dispuestas en el patio principal de esta clínica, allí deben esperar (de pie) la indicación del guardia de seguridad quien desde la puerta y con el poder indicativo de su dedo indice derecho da la orden de quienes deben pasar.
Caso contrario, al movimiento de sus manos impone a los despistados la indicación de pasar a formar la fila correspondiente. El empleo parece muy normal, sin complicaciones, y es que mientras las personas que requieren información, orientación, realizar un trámite, deben referirse al guardia como «jefe», «oficial», «Capitán», la actitud reflejada inconscientemente por esta persona es de disfrutar las mieles de la autoridad que ejerce todos los días.