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MEMORIAS IRREVERENTES

Aguilar Ortiz, Raúl Ernesto (2018). Memorias irreverentes. Andanzas en el barrio de Mezquitán. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.

MEMORIAS IRREVERENTESEl barrio de Mezquitán es el trasfondo de la novela Memorias irreverentes, una biografía que explica, apenas entrando a la pieza narrativa, como el olvido y el descuido de la zona y su templo, provocaron que los habitantes primarios, los llamados indios de Mezquitán emigraran al Arroyo Hondo. Con esta acción se redujo a dos la trilogía de los barrios fundadores de Guadalajara: Mexicaltzingo y Analco, y es que Mezquitán dejó de ser pueblo de indios el 24 de junio de 1885, cuando fue declarado barrio urbano, distinguiéndose como un espacio de canteros y albañiles.

Por las memorias de Raúl Ernesto sabemos que en la esquina de Plan de San Luis y Díaz de León había una arena de lucha libre y box, el ABC, y de la festiva costumbre del martes de carnaval reservado para realizar bodas. Si las uniones se llevaban a cabo por la mañana, en casa de la novia se servía un desayuno con chocolate y pan de repostería, o bien, champurrado de maíz con vainilla y finos pastelillos. Era normal que los visitantes se llevaran como recuerdo el plato o el jarro donde les habían servido, trastes que funcionaban como recuerdo, sobre todo porque habían sido comprados la víspera en Tlaquepaque.

El mismo día de la boda, a eso de las seis de la tarde, otra curiosidad ocurría por la calle de Tamaulipas: “en una esquina de la mencionada calle, se reunía el novio con su familia y amigos, portando una bandera roja, mientras que en el otro extremo se encontraba la novia con su ajuar blanco, también acompañada de familiares, amigos y colados -que nunca faltan- también portaba una bandera del mismo color (24); la bandera simbolizaba la consumación de la luna de miel, siempre postergada, porque la música de carnaval sonaba y los bandos de novio y novia atacaban con huevos rellenos de confeti hacia la tela, Si se rompía la del novio él tenía que esperar ocho días para la consumación carnal, y si ella, como novia frustrada debía regresar a casa de sus padres el mismo número de días.

MEMORIAS IRREVERENTESLa mirada de Raúl Ernesto Aguilar Ortiz rememora a los ricos del barrio, los tendajones, los comercios y los sitios de diversión. Es así como se retrae en una reminiscencia del Cine Montes, ubicado antaño cerca del actual parque del Refugio, lugar que se destruyó por un incendio o se pinta la fiesta del circo, improvisado y lleno de artilugios para los chiquitines de los años cuarenta.

El libro reúne estampas de la Guadalajara como ciudad de las rosas, aunque no todo sea alegre y pintoresco. La infancia y adolescencia del protagonista lucen sus policromías, las aspiraciones del personaje, sus alegrías, tristezas y desencantos. La biografía es interesante, narrada con amenidad, tanto, que logra conmovernos al grado de desear conocer a su autor en persona.

(Silvia Quezada).

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