DISCAPACITADA Y ABUSIVA ES LA AUTORIDAD EN GUADALAJARA

Por: Víctor Galindo “Vigaro”

De pena ajena lo que se suscita cotidianamente en las calles de la capital tapatía, sistemáticamente la prepotencia con que se manejan muchos empleados de las dependencias gubernamentales y son, cada vez más evidenciadas, y no dejamos de sorprendernos, la realidad supera por mucho al sentido común.

El caso de hoy lamentablemente repercute a una persona de la tercera edad, que para desplazarse utiliza un bastón y su actividad es dentro de los medios de comunicación locales.

Don Enrique Gutiérrez Lamas, es el modesto director de la Revista Contienda de Jalisco, con una trayectoria de poco más de 35 años y a sus casi 80 años de edad, experimentó la intolerancia, indolencia, ignorancia y el abuso dirigido y orquestado, detrás del celoso cumplimiento del deber municipal.

Así lo narra el propio afectado a través de un comunicado:

-El que suscribe, C. Enrique Gutiérrez Lamas, Director de la Revista Contienda de Jalisco; bajo protesta a decir verdad y en pleno derecho de denunciar las violaciones a mis derechos y el abuso de autoridad cometidos en mi agravio, por parte del personal identificado como empleados de movilidad municipal en Guadalajara y las afectaciones derivadas de lo que considero, se trata de una represión directa en mi contra.

El pasado martes 22 de agosto, al circular por la zona comprendida en los alrededores de la Secretaria de Seguridad del Estado de Jalisco, lugar conocido popularmente como “las nueve esquinas”, estacioné mi vehículo modelo 2000, Honda color azul, en el lugar correspondiente a las personas con capacidades diferentes, condición discapacitante que padezco desde hace mucho tiempo, para recoger unos productos de uno de los locales.

Minutos después de las 15:00 horas (tres de la tarde) una persona llegó para avisarme que estaban inmovilizando mi carro, por lo que de inmediato me dirigí a la esquina de las calles Galeana y Libertad, en donde dejé el vehículo.

Encontré a siete personas uniformadas con leyendas en sus uniformes de “Vialidad Municipal”, los cuales se mostraron irrespetuosos en todo momento y se burlaron de lo que les argumentaba, respecto a su procedimiento, ya que no estaba cometiendo ninguna infracción, si el lugar tenía señalamiento de exclusividad para personas discapacitadas, es mi condición desde muchas décadas.

Entre sus comentarios, los servidores municipales, externaron que, a su criterio, yo no estaba discapacitado y que le hiciera como quisiera, de ellos y solamente de ellos, dependía resolver el problema, que pudiera alcanzar una cantidad de hasta cinco mil pesos.

Ante este posicionamiento, exigí que se me extendiera el folio correspondiente y que no era necesario que colocaran los inmovilizadores; a lo que acto seguido al ver uno de ellos una de las fotos que formaba parte del material periodístico que se encontraba en el interior del carro, dijo burlonamente, “miren con quien está en la foto, pero ni el gobernador lo saca de esta”.

Dejaron el folio y desde ese momento traté (en vano) de contactar al número telefónico que aparece en el folio, pero nunca respondieron.

En el ayuntamiento ninguna área pudo dar respuesta del porqué de la manera tan arbitraria de esos elementos comandados por un individuo de nombre Gonzalo, que se hace notar como el más importante representante de su área municipal de movilidad.

Al no haber atención ni respuesta alguna de parte de las autoridades y fuera de tiempo de oficina, el vehículo quedó en el lugar inmovilizado; por la mañana, llegué al punto, encontrando mi vehículo totalmente desbalijado de sus interiores, cristales rotos; por lo que solicité la intervención de elementos municipales de seguridad, los cuales tomaron mi denuncia y reportaron el incidente, argumentando que ellos tenían conocimiento que, en esa zona no sirven las cámaras de vigilancia y que tenía que proceder por el robo de que fui víctima ante la fiscalía.

Así transcurrió el miércoles 23, vía telefónica hice el reporte a la Fiscalía General del Estado, en donde me pidieron que llevará el vehículo para que se evidenciara el delito cometido, pero al señalarles que este se encontraba inmovilizado, me sugirieron que lo llevara en cuanto le retiraran las “arañas”.

Para este momento, ya había realizado el pago del folio y me dijeron que en máximo 15 minutos pasarían a retirar los dispositivos de mi carro, lo cual nunca sucedió, permaneciendo hasta la noche en el sitio en espera de que se hicieran presentes los servidores municipales para liberar mi carro, lo cual no sucedió, obligándome a permanecer en estado de indefensión e impotencia para proteger mi patrimonio, hasta ese momento vandalizado.

El vehículo pasó la segunda noche en el cruce antes mencionado; al llegar a la esquina de Galeana y Libertad, para continuar esperando a los municipales de movilidad, encontré que ya no se encontraba mi vehículo, testigos me informaron que una mujer de nombre Adriana tomó la decisión de llevar una grúa y a pesar de haber pagado una multa (indebida), verme vulnerado por mi condición física y de salud; actuaron arbitrariamente, sin sensibilidad ni sentido común; por los actos derivados del procedimiento arbitrario cometido en mi contra, las afectaciones que van directamente en contra de mi patrimonio, así como la cobardía que un grupo de personas “uniformadas” ostentándose como autoridades municipales, actúan como delincuentes bien organizados y en contubernio con los grulleros, hago responsable al presidente municipal de Guadalajara, Jesús Pablo Lemus Navarro, a quien o quienes de manera irresponsable propiciaron las condiciones que repercutieron en mi persona, ya que entre los comentario emitidos por estos individuos, dejaron en claro que se trataba de una orden superior y que ya tenían varios días “cazándome” para entonces proceder, ellos mencionaron como intelectual a su superior de nombre Gonzalo y que nada tenía que ver con el ayuntamiento, porque ellos se manejan de manera independiente.-

Este abuso de autoridad perpetrado por el personal de movilidad municipal del gobierno municipal tapatío, que se maneja a discreción y sin sentido común, deja al margen de la legalidad su desempeño, lamentablemente, en sus filas, a manera de inclusión, quienes participan en esta actividad son varias personas discapacitadas (en silla de ruedas) en el caso más visible, pero demuestran que su verdadera discapacidad se encuentra en su interior.